Juan Manuel Pérez

ENTRE HOY Y MAÑANA

Juan Manuel Pérez

Periodista


La memoria

05/06/2021

Tengo grabado el día en que fue liberado José Antonio Ortega Lara de su cautiverio en un zulo de Mondragón. Era 1 de julio de 1997. Día de mi cumpleaños. En Burgos estábamos de fiestas, celebrando a San Pedro y San Pablo. Sonaron las campanas por la liberación de nuestro paisano. Fue una de las jornadas más felices de nuestras vidas. Habían pasado 532 días desde que llegara un fax a las redacciones de los medios. Era 17 de enero de 1996 y se alertaba de la desaparición de un funcionario de prisiones burgalés que trabajaba en la cárcel de Logroño. Se temía lo peor y al poco tiempo se confirmaron los malos presagios.
La memoria nos lleva hasta esos días. A las concentraciones silenciosas. Las manifestaciones multitudinarias. Los actos organizados en colegios. Teníamos la ingenua esperanza de que los terroristas demostraran un poco de compasión ante el sufrimiento de una familia y el grito silencioso de la sociedad española. En absoluto. Los días de dolor y rabia dieron paso -532 días después- a la felicidad por la liberación. Al júbilo por el éxito de las fuerzas de seguridad. Pero los demonios que habitan en el alma de los criminales no estaban dispuestos a consentir una derrota. Poco después era secuestrado el concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco. El 13 de julio sus captores lo asesinaron de la forma más vil, por la espalda, con dos disparos a la cabeza.
Hay jóvenes que no saben quién es José Antonio e ignoran quién fue Miguel Ángel. Estudié la carrera en el País Vasco. En tiempos donde era frecuente mirar hacia otro lado y hablar del tiempo o de fútbol para esquivar la política. Eran pocos los valientes que se resistían a permanecer indiferentes ante la barbarie, ante el chantaje, ante el terror. Ellos fueron el germen de muchas cosas que nunca podremos olvidar. Por eso era tan importante un Centro dedicado a las víctimas del terrorismo como el que han inaugurado los Reyes esta semana en Vitoria. Para que su sufrimiento y su heroicidad no sea borrados de la memoria colectiva de una sociedad hedonista preocupada únicamente por salir guapa en un selfie.