Partido Popular y Ciudadanos se han propuesto que la administración regional adelgace. De momento ya han creado una comisión que se va a encargar de analizar la eficacia en la gestión, la eficiencia y el gasto que acarrean un puñado de entes públicos. Dentro de unos meses descubriremos si la dieta ha sido estricta o si tan sólo servirá para mejorar un poco la figura. Dicen los responsables de la evaluación que comienzan el proceso sin prejuicios, pero a continuación señalan que quieren saber qué son, qué hacen, qué presupuestos tienen y qué beneficios generan para la comunidad. Para empezar queda claro que esos entes suspenden en transparencia y publicidad. El hecho de que los portavoces de los dos partidos que forman la comisión no sepan para qué sirven, después de tantos años de funcionamiento, los deja en muy mal lugar. No se creen los socialistas que esa comisión sirva para otra cosa que para lo que siempre han servido las comisiones, es decir, para que nada cambie y todo permanezca. Denuncian que la comisión se irá y los “chiringuitos” continuarán.

Entre los entes autonómicos que van a someterse a la prueba del algodón no está la Fundación Villalar, esa que el presidente de las Cortes quiere cargarse porque, según Luis Fuentes, no ha servido para que se nos ponga la piel de gallina cada vez que escuchamos el poema de Los comuneros. A la segunda autoridad de la región ni le gusta la Fundación ni le gusta la fiesta de la Comunidad. Dijo en la tele autonómica que el 23 de abril para unos cuantos es San Ikea. Un servidor tampoco es mucho de Villalar. Mi fecha ideal para la fiesta de todos sería el 7 de junio, porque tal día como ese, en 1494, nos repartimos el mundo con los portugueses en Tordesillas. Pero yo no soy el presidente de las Cortes y no tengo que ser tan prudente como alguien que fue elegido para remar en favor de la concordia regional y no para fomentar rencillas provinciales.