Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Megalómanos a barullo

14/10/2020

Pues resulta que va a ser verdad, que el dúo Ayuso-Aguado de la Comunidad de Madrid le viene que ni al pelo al Gobierno de Castilla y León para marcar distancias y abanderar una gestión que, con sus luces y sombras, aparece últimamente más en telediarios nacionales por cuestiones positivas que negativas. Esto de todas formas ya saben que puede cambiar en un tris, porque no dejan de ser sensaciones que, como tales, son personales y efímeras en función de como le va en la feria a cada uno. Por eso, no estaría de más echarle una pizca de humildad a los fogones del Colegio de la Asunción, sede de la Junta, para rebajar determinadas pretensiones megalómanas que rondan según qué consejeros y altos cargos. Y lo digo porque basta con pisar un poco la calle para comprobar que del hartazgo a la indignación hay un trecho extremadamente pequeño y de ahí a la revuelta, otro más minúsculo todavía.

La tarea de escucha es recomendable siempre, pero más en estos tiempos que corren, donde nos gobiernan y representan personajes con menos luces que un barco pirata. Fíjense que con la segunda ola de la pandemia haciendo de las suyas hay quienes se llevan bajo el brazo, como principal tema de discusión, la monarquía y la figura del rey para el simple rifirrafe parlamentario en la Comunidad y el ego chusquero de más de uno. Vamos, la demagogia como síntoma inequívoco de la degeneración de la misma vida pública.

Para mí tengo que muchos de los dirigentes políticos están pensando más en clave electoral, por mucho que falte aún para el año 2023, que en arreglar el desastre económico y sanitario del presente. Hasta lo ha dicho la OMS, la división política trae muertes, pero parece que ni por esas en este país se han dado por enterados. Aquí cada uno va a lo suyo, sin importarle lo del vecino y, así las cosas, acabaremos recordando, casi cuarenta años después, la frase de Alfonso Guerra cuando dijo aquello de que este país no lo iba a reconocer ni la madre que lo parió. Tiempo al tiempo.