Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Bahía negra

30/10/2020

Esta pandemia es una oportunidad extraordinaria para descubrir quiénes generan riqueza en una sociedad próspera y libre. Desgraciadamente lo sabremos por su ausencia, por el crecimiento exponencial de la pobreza y las desigualdades en una población totalmente desorientada.

En cuanto a la clase política, es difícil encontrar algún político que disienta y los medios de comunicación en general consideran el igualitarismo como un bien intrínseco. Por eso, prefieren las empresas públicas y la Administración, aunque después impulsen sueldos en dichas organizaciones nada igualitarios. También toleran las multinacionales, porque como poseen estructuras tan grandes, se pliegan al poder con facilidad al repercutir sin estridencias los costes a sus clientes.

Todo lo que suene a libertad les irrita y aquello que no esté bajo el yugo de la regulación les parece un foco de explotación. La educación, la sanidad, la legislación laboral y los impuestos les provoca una atracción insoportable. Saben que es la madre del cordero y que si ganan la batalla reglamentaria, no hay nada que pueda frenarles. La experiencia les ha demostrado que esta estrategia es efectiva, porque la inmensa mayoría de los políticos no conoce nada de la vida del resto de sus conciudadanos, aquellos que no viven bajo el calor de lo público. Cierto es que los funcionarios no son mayoría técnicamente en el mercado laboral, pero si englobamos a todos los individuos que dependen del Estado de manera directa o indirecta la foto es espectacular.

Esta triste realidad explica el lento declive de las economías que en la Historia siempre han ido en la misma dirección. Cuando las sociedades miran con recelo la innovación, el riesgo y las libertades se van diluyendo las recetas para las riquezas que un día trajeron prosperidad. Lo expuesto explica una parte de la artrosis social, pero no dice nada del profundo egoísmo e individualismo que asola a nuestras comunidades. No queremos reconocer que actitudes individuales respetables pueden ser socialmente corrosivas o potencialmente el germen de problemas futuros.

Desde hace décadas, en Occidente vemos con desagrado al emprendedor, ignoramos la brutal caída de la natalidad, la ruptura del núcleo familiar y hacemos que el Estado crezca sin freno. Ninguna de ellas nos hundirá, pero en conjunto, hará a las futuras generaciones más pobres. La libertad no es un capricho y exige un ejercicio responsable. Queremos eludir nuestras responsabilidades individuales confiando en que ello nos aporte felicidad. Estados Unidos parece decidido a seguir ese camino en las próximas elecciones.