A estas alturas, atravesando una pandemia y mirando con ojos atónitos y de incredulidad cómo es posible que en pleno siglo XXI se este produciendo una guerra, nadie se va a sorprender ni asustar si decimos que la vida es, y perdónenme la expresión y mi lenguaje, jodidamente perra. Que tus decisiones y pasos marcan el devenir de esta, pero que en ocasiones por correctos que sean y por mucho esfuerzo y empeño que pongas, el camino no es tan recto y llano como nos gustaría y se acaba en una situación límite, donde te sientes como un equilibrista en la cuerda floja tratando que un último mal paso no haga que caigas a la lona o en peor escenario, al abismo.
El Pucela está en la cuerda floja. Por supuesto en una mucho más agradable y con muchos menos horrores que de la cual pende el mundo de hoy. Además, no es sinónimo de una situación trágica, límite o agónica; todo lo contrario, el Valladolid, al igual que los grandes trapecistas, está cómodo en las alturas, le gusta que lo observen desde abajo, ser uno de los principales personajes de la función y encandilar con su actuación al público. Cero derrotas en sus últimos 10 partidos lo avalan. El trapecista muestra un gesto desenfadado y alegre aunque por dentro sabedor de que un mal paso puede echar el traste su gran actuación, mantiene una tensión altísima, la misma que le hace que el siguiente movimiento sea perfecto, la misma tensión que llegado a este tramo de la liga te hace entender que cada partido es vital para seguir en las alturas. Y es que el objetivo de la primera división es de enorme magnitud, los de arriba ya pueden divisarlo a lo lejos. Atrás queda el verano, la pretemporada, la incertidumbre de donde estarás en la tabla y el sueño de jugar con los grandes y en magníficos escenarios se hace un poco más real. Para hacer que caiga el Pucela va a hacer falta sudor y sangre, bien lo demostró el Cartagena, que tal vez hizo su mejor partido en la temporada y aun así se vio derrotado por los pucelanos. A veces incluso tambalea y la gente duda, como el día del Amorebieta, en un encuentro en que los pucelanos dejaron un magnífico juego, perdieron algo de tensión, un paso en falso, el público pensó que podía caer, y ahí el Pucela alzó el cuello, levantó la mirada, recuperó el control y dejó una actuación memorable. No sé qué piensan ustedes, pero no creo que el Pucela vaya a caer en esta lucha por el ascenso.