Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


El juez ante La Brigada 22

01/11/2019

El traslado del cadáver de Franco del Valle de los Caídos al cementerio del Pardo, 44 años después del fallecimiento del dictador, no ha reverdecido nada, en contra del temor expresado por el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, José Luis Concepción. El magistrado manifestó en una entrevista que “la exhumación de Franco reverdece el odio que los españoles ya habíamos olvidado”. Se olvida de que casi la mitad de los españoles que viven actualmente han nacido después del año 1975, que en la mayoría de los casos conocen episodios de la guerra por vagas referencias y que tampoco sufrieron los rigores del hambre y otras calamidades de la postguerra. Nada ha podido secarse en la mayoría, afortunadamente, y nada, por lo tanto, puede reverdecer. Pero sí es conveniente, imprescindible, que todos los españoles conozcamos nuestra propia historia, esa que se nos ocultaba en el Bachillerato. No digamos en la Escuela, porque o no figuraba el capítulo en el libro o simplemente porque aquel profesor que todos recordamos hurtaba su conocimiento.

Emilio Gancedo es un periodista leonés que nació dos años después de la muerte de Franco. Todas las referencias sobre la guerra le han llegado tamizadas por las investigaciones o los recuerdos de otros. Y tal vez por eso acaba de publicar una novela espléndida, muy recomendable para ser leída por José Luis Concepción y por quienes quieran adentrarse en una trama cruel, dolorosa, contada con ingenio, transcendida y con la dosis de humor adecuada. Su lectura para algunos puede ser un ejercicio de catarsis, para la inmensa mayoría una parábola de la reconciliación. (La Brigada 22. Editorial Pepitas).

La Brigada 22 permanece huida en el monte cuarenta años desde el final de la guerra. El teniente Tosantos, rígido en el ademán y estricto en el cumplimiento de las órdenes, por más que sus superiores apenas crean en lo que ordenan, indaga su paradero. Un oficinista instalado en la frustración acabará siendo, a su pesar, el mediador inesperado. Un triángulo, en definitiva, que mueve la trama hasta un final sorprendente, emocionante. Una lección para el magistrado Concepción, para los lectores.