Todas las iniciativas posibles tienen un trasfondo que no escapa a nadie: dentro de tres semanas se celebran elecciones generales y nadie quiere equivocarse.
El exceso de cautela puede ser letal para Pedro Sánchez, no tomar decisiones ante una violencia alentada desde la cúpula de la Generalitat podría dar un vuelco a los pronósticos actuales y convertir en ganadores del 10-N al PP, con un despegue inesperado de Vox; apostar sin embargo por la Ley de Seguridad Nacional -el gobierno descarta en principio el 155 - colocaría a Sánchez en la mejor de las posiciones respecto a los españoles que esperan del gobierno que defienda a España ante la violencia de los independentistas… aunque le dejaría imposibilitado de pactar después con los partidos independentistas que hace meses apoyaron la moción de censura que le convirtió en presidente de gobierno.
Pedro Sánchez quiere ser prudente, pero es difícil serlo con un presidente de la Generalitat que considera que los que ejercen la violencia son los otros, no los suyos, que no defiende a la policía autonómica y amaga con destituir a su consejero de Interior; un Torra que se ha sumado a las marchas de los independentistas, que se mantuvo cobardemente escondido y callado la noche en la que varias ciudades catalanas se vieron invadidas por turbas dispuestas a todo precisamente porque se sabían respaldados por la Generalitat. El “apretad” de Torra a los CDR es de los gritos más ignominiosos que se puede escuchar en boca de un responsable de gobierno.
El presidente en funciones tiene la suerte de que la actitud descabellada, disparatada y violenta de los manifestantes ha provocado lo que parecía imposible: Pablo Casado y Albert Rivera han expresado su apoyo a Pedro Sánchez si se ve obligado a tomar medidas expeditivas; es más, las esperan. Y se empieza apoyando medidas expeditivas y se termina, si los números salen, permitiendo a Pedro Sánchez que se mantenga al frente del gobierno si gana las elecciones; porque España no puede permitirse seguir en la inestabilidad mientras los independentistas se convierten en dueños de la calle en Cataluña. donde imponen su juego a base de agresividad desbordada. Hay que destacar el papel de los mossos, demostrando, como decían sus dirigentes, que estaban perfectamente preparados para ejercer su trabajo si dejaban de recibir órdenes políticas. Han estado a la altura y además se han coordinado perfectamente con policía nacional y guardia civil. Que es lo que más ha encabritado a un Torra identificado con los CDR y Tsunami Democratic.
Ya nadie, en la España democrática, puede quedarse cruzado de brazos. Eso queda para Torra, personaje que no es digno de ser el presidente de todos los catalanes. Los tribunales han actuado en consecuencia, y es el turno de que los políticos también estén a la altura. La respuesta a lo ocurrido tiene que ser proporcionada y, desde luego, ajustada a la ley. Pero la ley ofrece un buen número de resortes para plantar cara a quienes pretenden llevar a Cataluña a una situación límite e ilegal