Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Momento de explosión

24/03/2022

Apretar el temido botón: nada tenía que perder. Muchos ingenios y consultas se habían sucedido antes. Así ocultarían el fracaso. Los misiles partirían y al poco las explosiones demostrarían cómo la Tercera Guerra Mundial había dado comienzo. En muy pocas horas, según los mapas elaborados por algunas universidades y que ahora leemos (NUKEMAP), Europa quedaría arrasada y parte de América, también parte de Rusia... La temible sombra de una posible guerra atómica cada vez se estudia más porque se teme, incluso ya hay cálculos de cómo una bomba en Madrid arrasaría con un diámetro devastador que llegaría a Guadalajara. Se estiman los millones de muertos, la cantidad posible de heridos y la duración de las consecuencias. 
Ya en el Medievo reflexionaron sobre la guerra justa y la que vemos en Ucrania poco parece tener de justicia, salvo en los defensores. Difícil es recordar tan intenso temor a una nueva conflagración mundial donde perderíamos todos -aunque no olvidemos cuando en Cuba se plantaron los misiles soviéticos-. La guerra justa, decían no pocos filósofos y teólogos, carece de sentido si no se trata del último camino para enmendar una grave injusticia, pero son necesarias algunas condiciones: que pueda tener éxito. Una rebelión sin ninguna posibilidad de triunfar solo incrementa el mal. Que el resultado final sea mejor que el inicial, es decir, que previsiblemente, con la victoria, la sociedad pueda encontrar el equilibrio de una vida correcta, donde la justicia reine, que es lo que garantiza la paz. La guerra ha de buscar esa justicia como objetivo, también en los modos de desarrollarla. Nunca sería ético torturar a inocentes, por ejemplo, aunque se venciera con ello. El fin no justifica los medios. 
Estas razones fracasan en el actual panorama. Esperemos no estalle, pues no habría vencedores. El resultado final, una devastación planetaria, con millones de inocentes muertos y heridos, no compensa la injusticia parcial que se hace en un país: Ucrania. La posibilidad de vencer esa guerra sería muy incierta, ya que todos perderían. Por último, una guerra nuclear nunca es justa porque no hay derecho alguno que permita hacer desaparecer una ciudad entera. Niños o inocentes no tienen por qué ser sacrificados atrozmente, como tampoco es justo un bombardeo indiscriminado, los que en la II Guerra Mundial se hicieron. El derecho a la guerra se origina en el derecho a la defensa personal como algo natural: cuando alguien nos ataca, por ejemplo.
Ya haber diseñado y fabricado bombas atómicas es contrario a cualquier criterio ético y tanto norteamericanos como rusos, ingleses, franceses, etc., hablan en sus gobiernos de muchas cuestiones éticas, callando lo más grave. No debería existir ninguna de esas bombas de destrucción masiva. ¿Disuasorias? Hasta que dejen de serlo. Un arma se tiene porque puede utilizarse.
Retrocedamos: Mientras sudaba, miró al cielo y reflexionó. No apretó.