Maite Rodríguez Iglesias

PLAZA MAYOR

Maite Rodríguez Iglesias

Periodista


Los otros Vinicius

27/05/2023

Los ataques racistas a Vinicius han servido para volver a poner en primer línea de debate público este problema. Cuando se generan estas controversias, la mayoría se apresura a recalcar que no es racista, que estos comportamientos solo se dan en unos pocos, pero el caso es que están demasiado normalizados. Basta un examen autocrítico para descubrir algún tics xenófobo o el uso de expresiones muy generalizadas, pero en las que no se mide el impacto real en terceros. También es importante que en esta evaluación se incluyan a todas las etnias porque el racismo no es exclusivo, aunque sí mayoritario, de un grupo. De hecho, en Brasil, país de procedencia del jugador, su Gobierno ha protestado formalmente por el incidente, pero Amnistía Internacional, en su último informe, alerta de la violación reiterada de los derechos humanos y la discriminación de las minorías indígenas.
Este ataque xenófobo se agrava por algo que señalaba el  propio jugador del Real Madrid en Instagram y que es común a muchos de los ataques sufridos: «¿Cuántos de estos racistas tenían nombres y fotos expuestos en sitios web?». El fútbol español tiene un problema que no se ha sabido atajar, de hecho más bien ha mirado para otro lado, pero también la sociedad, donde han vuelto a calar posiciones que se creía erradicadas, animadas, en parte, por el anonimato que garantizan las masas, en los estadios, y las redes sociales, en la rutina cotidiana. 
Por este caso la Fiscalía de Valencia ha incoado de oficio diligencias de investigación por un presunto delito de odio, pero no se puede olvidar que hay otros muchos Vinicius, que sufren situaciones similares, pero no tienen ese altavoz mediático. Por eso, además de aplicar la ley, se antoja que la única forma de combatirlo es, primero, asumiéndolo y aceptándolo para así lograr el consenso social o para erradicarlo. 
Un ejemplo es el del centro de refugiados que se construirá junto al Hospital Río Hortega. Un proyecto anunciado  hace más de un año, pero que ha generado el rechazo de algunos vecinos en las últimas semanas, al calor de la campaña electoral. Todos coinciden en que no son racistas, pero piden que no se construya en su barrio por miedo a que genere problemas de seguridad, sin contemplar que los posibles beneficiados son personas como ellos que huyen de sus país porque su vida allí corre peligro. Y es que otro problema del racismo es que es muy fácil de instrumentalizar políticamente.