Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


Un añito

13/03/2021

Un añito ya. Parece que fue ayer cuando aquel virus chino se nos metió en casa, cerró por dentro, nos dejó unas mascarillas sobre la mesa y nos condenó al aislamiento social, a la reclusión, a la lejanía, a la frialdad de una vida sin besos ni abrazos, de sonrisas enmascaradas.
Un añito ya desde aquellos extraños días de cierre de colegios, teletrabajo, estados de alarma y aplausos a las ocho a un mundillo sanitario que ahora se indigna cada vez que ve a los de las palmas echarse un cigarro en una terraza. Llevan tres olas y por sus manos han pasado cerca de 50.000 contagiados, más de 7.000 necesitando ingresar en un hospital para superar un coronavirus que irrumpió disfrazado de gripe y que ya se ha llevado por delante a cerca de 1.800 vallisoletanos, sin contar todos esos pacientes no-covid a los que la pandemia ha retrasado una operación o un diagnóstico; el tiempo hará la suma.
Un añito ya desde que estalló todo ante nuestras narices, como una película de ciencia ficción; de las malas. Ahora firmaríamos todos para que se acabase mañana y que al final quedase todo en estos doce meses de covid, más felices que un niño en un quiosco. Pero entonces, cuando oíamos aquello de que esto tendría otra ola después del verano y muy probablemente una tercera, nos frotábamos los ojos, incrédulos y timoratos solo de pensar que algo así podría ocurrir en pleno siglo XXI, que un virus fuese capaz de cambiarnos la vida radicalmente durante un año, que tuviéramos que llevar siempre mascarilla y no pudiéramos ni cenar en navidad con la familia.
Un añito de pesadilla, de enfrentamientos políticos tan inocuos como vergonzantes en un país incapaz de producir una vacuna por años y años de irrisoria inversión científica, y puesto a merced del mercadeo de media docena de laboratorios. Porque si hay algo claro es que esta guerra solo la ganarán las vacunas. Los sanitarios se han dejado la vida durante este añito, ‘surfeando’ unas olas provocadas en gran medida por la irresponsabilidad de aquella sociedad que tanto aplaudió durante las siete semanas de confinamiento, pero que después se desmelenó en verano con lo de la ‘nueva normalidad’ y que cerró los ojos en navidad. Una sociedad que ahora tiene en su mano no repetir los mismos errores en esta ilusionante primavera que nos debe dejar una prudente desescalada y la ansiada inmunización.