Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


El hastío del covid

17/07/2021

«En agosto, todos sin mascarilla por la calle», decía él. «Bueno, bueno, no corras tanto», replicaba ella, mientras daban el enésimo paseo en solitario de la pandemia. El covid, como la vida, se vive a diferentes velocidades, aunque en uno y otro caso, haya factores que marcan por igual a optimistas y pesimistas. En el caso del coronavirus, los contagios y las restricciones lo determinan todo, mientras que en la vida, casi todo viene condicionado por la salud y el dinero. Detallitos...
Resulta que las mascarillas obligatorias en la calle se esfumaban un mes antes de lo que decía él, pero la pandemia frenaba rapidísimo las ganas de correr, como auguraba ella. «Es que yo decía en agosto, no en junio», defendía él...
Todos estamos ansiosos de normalidad; de la buena, no de la ‘nueva’. Anhelamos eso de las sonrisas que decía la ministra y que tan bonito sonaba. Queremos que sea realidad el fin de una pandemia que se rebela en España (la mitad de los casos europeos de la última semana son españoles), quizá por esa manía de adelantarnos a los tiempos que marca este virus. Ya nos pasó el verano pasado, y en navidades, y en Semana Santa...
Hay que ser torpes para tropezar siempre con la misma piedra. La ciudadanía tenemos nuestro punto de culpa, por supuesto, porque la lucha contra el coronavirus tiene mucho de responsabilidad individual, pero los grandes culpables llevan corbata y son presidentes de Gobierno, ministros, consejeros y demás altos cargos autonómicos y estatales que se han afanado en acelerar una ‘desescalada’ que iba más rápido de lo que marcaban los datos.
Y ahora toca dar marcha atrás, volver a las restricciones y esperar otras dos, tres, cuatro o cinco semanas para empezar nuevamente, para regresar al punto en que estábamos a finales de junio, cuando los mensajes optimistas se adelantaron un mes y empujaron a la vida prepandémica a un sector de la población que estaba sin vacunar y que ansiaba libertad más que ningún otro. Pero la culpa no es de esos irresponsables jóvenes que hacen lo que toca a esa edad, ni de esos adultos que cumplen con unas normas que se han vuelto laxas un poco antes de la cuenta. La culpa es de los que nos han permitido correr más de la cuenta.
Y, claro, toca frenar nuevamente y volver al pasado, pero cada vez con menos fuerzas, más hastiados del covid y de esta vida que se está alargando mucho más de lo debido. Porque hubiera bastado con esperar un mes, pero quisieron hacernos correr; y corrimos.