Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


Tiempo de brotes

12/07/2020

Hubo un tiempo, hace solo unos años, en que hablar de brotes (verdes) era toda una llamada a la ilusión, a vislumbrar con la mayor de las esperanzas el futuro de aquella España de la postcrisis económica del final de la primera década del siglo XXI. Hoy, hablar de brotes (de coronavirus) es mentar a la bicha, activar todas las alarmas y meter el miedo en el cuerpo a una ciudadanía ávida de buenas noticias, ilusionada con la idea de pasar un verano lo más normal posible. Aunque sea rodeados de mascarillas y dispensadores de gel hidroalcohólico, con guantes en el súper y apostados tras pegatinas que nos recuerdan que guardemos la distancia de seguridad.
Es tiempo de brotes y ahora no son verdes ni contienen un eufemismo político para ‘vendernos’ que lo peor ya pasó, sino que los brotes ahora son de verdad. Negros, como los titulares que ocupan en las portadas de los periódicos de toda España hablando del asunto de marras, porque raro es el día en que no irrumpe un nuevo brote en esta extraña época: cuando no es entre unos jóvenes que estuvieron en una fiesta en tal sitio, es entre unos temporeros de no se qué comarca o en un centro social de tal ciudad.
Brotes y más rebrotes. Y serán los menos si la sociedad actúa con responsabilidad. Hace unos días, gracias a un informe de CCOO, se ha sabido que hubo un 13% de trabajadores que fue a su puesto pese a presentar unos síntomas compatibles con el coronavirus y, claro, cada uno de esos miles de temerarios puede ser el foco de un nuevo brote... Y da igual que fuese por miedo (al despido), por exceso de celo profesional o por simple imprudencia. Mal.
Los brotes van a ser la noticia del verano pero no por el hecho de acostumbrarnos a tenerlos en la boca y el oído, debemos perder el respeto al dichoso covid-19. Respeto, que no miedo. Porque, claro, tampoco podemos seguir sine die en un pseudo confinamiento por ese temor al contagio aprendido durante aquellos dos meses de estado de alarma. En el fondo, un brote de cuarenta personas en una provincia de medio millón como Valladolid es algo ínfimo... Prudencia, pero sin locuras.
Aquí la gran dificultad está en el equilibrio y en ser capaces de respetar la distancia, tener higiene de manos y convivir con la maldita mascarilla sin sufrir por ello, integrado como un elemento más de nuestra vida que acabará siendo obligatorio; sí, una muy rara y por la que no olvidaremos a este 2020.