Belén Viloria

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Belén Viloria


La salud mental, otro gran reto

19/06/2021

Antes de la pandemia, ya se sabía que uno de los factores que ayudaban a que las personas de algunas poblaciones fueran las más longevas era que mantenían diaria y regularmente el contacto físico, las conversaciones y las relaciones con sus vecinos y conocidos, y que reducirlas como consecuencia del ritmo de vida y de la tecnología, llevaban a una soledad no deseada e imperceptible con consecuencias mayores. 
Con la pandemia, esta necesidad humana y extraordinariamente positiva se ha visto en algunos casos, minimizada y eliminada y, en otros, arrancada de cuajo, llevándonos a unos límites insospechados.
Hemos vivido con verdadero horror cómo muchas personas han perdido a sus seres queridos sin despedirse. Los que afortunadamente no lo hemos vivido en primera persona, nos parece que ya ha pasado un siglo y algunos se han olvidado ya de ello, pero para los que lo han vivido, me consta, que, a día de hoy, se sienten culpables, aún no pueden dormir, y lo que les queda.
Otros han sentido que, sin más, el tiempo se paró y ellos también, y hoy aún no se han activado. Miles han visto su empleo desaparecer y no tener perspectivas de futuro viviendo una situación de desesperación, o por primera vez se han visto pidiendo comida para su familia. Incluso los hay que durante meses no han hablado con nadie porque nadie se acordó de ellos, y hoy ya no hablan porque hasta se les ha olvidado como hacerlo.
Hay tantas historias como personas. Cada uno lo hemos vivido como hemos podido, porque nadie estaba preparado para vivir una pandemia llena de muerte, aislamiento, soledad, parón económico e incertidumbre máxima en todo y en todos los lugares.
Todavía hay mucha gente luchando por su salud física y la de sus allegados, pero cada día hay muchos más lidiando con sus sentimientos, sensaciones estados de ánimo incontrolables y con su mente. 
Los datos son demoledores. Casi el 50% de los españoles dice haber aumentado su malestar psicológico durante el confinamiento, un 44% que ha disminuido su optimismo y confianza, y más del 40% que ha tenido y tienen problemas de sueño.
Durante el confinamiento, el 30% de las personas sintió haber tenido ataques de pánico, el 25% se ha sentido excluida socialmente y el 55% sentía que no era capaz de controlar la preocupación. Además, más de la mitad de las personas, el 60%, indica que ha sentido poco interés o placer en hacer cosas y se han sentido varios días decaídas, deprimidas o sin esperanza. Y un 35% admite haber llorado durante la pandemia, y en los jóvenes la cifra es aterradora, admitiendo el 50% de ellos que lo ha hecho diariamente.
Sin duda los más afectados son las personas mayores y los jóvenes. Muchos nos se atreven a pedir ayuda, cuando hoy para esto, sí estamos preparados y afortunadamente hay muchos profesionales en este campo. 
Mirando a nuestro alrededor podemos identificar pequeños cambios de actitud en las personas más allegadas, que en otro momento serían imperceptibles, pero, si estamos atentos, podemos ayudarles a recuperar su ritmo de vida, aliviar su sufrimiento y desesperanza, o a que pidan ayuda si no se atreven, siendo incluso crucial para sus vidas.
La pandemia ha hecho que la salud mental, uno de los grandes estigmas hasta nuestros tiempos, se convierta ahora en uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos en las próximas décadas. Un reto que confío en que nos haga cambiar la mirada de y hacia los demás.