Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


La sonrisa de la portavoz

20/11/2022

Isabel Rodríguez es una joven pero experimentada dirigente socialista. Es castellana manchega, de Ciudad Real, y fue alcaldesa de la localidad minera de Puertollano, una villa con el alma esculpida en las minas de carbón. Cuando Pedro Sánchez marcó su teléfono para nombrar a Isabel, ministra portavoz del gobierno, sabía que la apuesta era segura por su solvencia política, pero sobre todo por su capacidad de convicción, de ser creíble, por su imagen extraordinaria de mujer moderna y con principios progresistas. Una telegenia que impresiona, un rostro al que las cámaras, ese instrumento necesariamente ligado a los portavoces, adoran por su enamoradizo saber estar.

Todos los martes, los españoles vemos a la portavoz liderar la rueda de prensa del Consejo de Ministros. Y otros días de la semana escuchamos sus declaraciones sobre los asuntos más destacados de la actualidad. En todas esas comparecencias brilla su sonrisa, con la que aporta la mitad de lo que dice. La otra mitad, aunque menos determinante, la aportan sus palabras y su significado. La portavoz tiene tres tipos de sonrisa atendiendo al tipo de temas que le plantean los periodistas: la sonrisa pícara, la de circunstancias, y la ausencia de sonrisa. El mejor termómetro para saber si un asunto le incomoda o le encanta al gobierno es testar el tipo de mueca que la portavoz elige para hablar de él en sus manifestaciones ante los medios. La primera modalidad, la picarona e inocente, cataloga los asuntos en los que el ejecutivo aún no puede desvelar nada de futuros proyectos o de nombres para tal o cual responsabilidad. "No les puedo adelantar nada", dice la ministra mirando a los ojos de sus interlocutores, que no son otros que los espectadores de los informativos de televisión. Con ella se siente plenamente a gusto, viene a reconocer que les encanta haberse conocido a ella y a su jefe y que todos estén pendientes de sus enigmas indescifrables. La segunda modalidad, la sonrisa un poco cínica, nerviosa aunque no se pueda notar, es para ocultar lo que los periodistas quieren desvelar. Si detectan esta mueca tan característica, noten el sudor frío invisible que recorre las facciones de Isabel Rodríguez, que pese al mal trago sabe escenificar su gesto afable y sonriente.

La tercera es mi favorita: la negación de la sonrisa, el gesto serio, afectado, de evidente cabreo impostado, modalidad que la portavoz elige siempre que habla de algo que hayan hecho o dicho Díaz Ayuso o Fernández Mañueco, por poner dos ejemplos que me vienen casualmente a la cabeza. "Por aquí no vamos a pasar, es intolerable, el gobierno de la gente no dejará a nadie atrás ante este ataque a las clases medias y trabajadoras de este país". Pero no caigan en el error: la no sonrisa, la seriedad sobreactuada, forma parte del mismo abanico de roles con que nos regala Rodríguez cada vez que escuchamos sus alocuciones públicas.