Luis del Val

LA COLUMNA

Luis del Val

Periodista y escritor


Vacunas y totalitarismos

22/12/2020

Me vacunaré cuando me toque y me llamen, pero defenderé el derecho de los que se nieguen, sobre todo después de observar un preocupante totalitarismo, que sale a la superficie cuando no vigilamos al autoritario que todos llevamos dentro.

Esta es una vacuna bienvenida, pero donde los científicos han sufrido una presión insólita y extraordinaria, y ellos saben, y saben quienes la van a administrar, que ignoramos los efectos de la misma por dos motivos:

a) cualquier vacuna no tiene garantías tranquilizadoras hasta que no pasan, al menos, cuatro años.

b) esta, la Pfizer, es una vacuna "diferente", porque no se limita al procedimiento habitual, sino que cambia hacia otro sistema que llega al ADN de cada persona, y algún premio Nobel se ha alarmado por los riesgos de alteraciones transgénicas.

Vivimos en una sociedad en la que los beneficiosos efectos en la manipulación transgénica sobre el maíz, o sobre el trigo, provocan airadas protestas de los ecologistas. Esos mismos ecologistas que están callados ahora, cuando el ser humano es más importante que un grano de maíz o un grano de uva sin pepitas.

Ni pretendo alarmar, ni soy un tonto contemporáneo de los negacionistas, y, repito, me pondré la vacuna, pero ni las autoridades europeas, ni las nacionales, han perdido un minuto en que algún experto nos tranquilizara sobre la llegada de "un provocador" al núcleo de nuestro ácido oxisorribonucléico.

Algunas comunidades totalitarias pretenden convertir en hereje al ciudadano que no se quiera vacunar, e incluso crear un carnet discriminador, que diferencie los buenos de los malos, donde estos últimos serán los que no quieran vacunarse, y no podrán ir al fútbol o entrar a un concierto de Raphael. Mira, tienen suerte porque les podrán aplicar la eutanasia. La eutanasia parece que todavía no es obligatoria, pero la vacuna no quieren que se les escape.

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