Belén Viloria

TITULARES DEL FUTURO

Belén Viloria


Solidaridad sin caos

05/03/2022

Si ya hemos vivido momentos inesperados como una pandemia, una nevada histórica, un volcán, y otras muchas situaciones inéditas en un periodo de tiempo tan corto, no creo que nadie pensara que justo a los 2 años de declarase el estado de alarma y empezar una pandemia, estaríamos ante un conflicto bélico de estas características. 
De nuevo, la vida nos pone a prueba, aunque en realidad, esta vez es muy diferente, somos nosotros mismos, es la propia humanidad la que lo hace. En este caso, no hay ningún virus enfrente. 
Pero lo extraordinario, es que siempre, en la otra cara de la moneda, está la solidaridad de las personas. Es increíble ver cómo de nuevo brota sin parar. Además, en estos dos años, es como si hubiéramos tenido un entrenamiento especial, siendo más conscientes que nunca, de que todos podemos ser vulnerables en cualquier momento de nuestra vida, por múltiples motivos, y de la manera más inesperada. 
España es un país solidario por excelencia y lo hemos demostrado siempre que hemos tenido ocasión, y en concreto Valladolid, que de nuevo muestra su faceta solidaria y se vuelca con Ucrania. Lo está demostrando de múltiples maneras; donando a organizaciones, movilizando ayudas, o ayudando directamente a las personas ucranianas como Irina, que desde Valladolid está contribuyendo a recopilar y enviar productos a quienes han decidido quedarse en la zona de conflicto. Sabe de primera mano lo que las personas hoy pueden necesitar, porque acaba de volver de allí, donde ha dejado a su familia. Como ella misma decía hace unos días en este periódico: «Ahora lo que necesitamos son vendajes, lonas de camuflaje, linternas, Walkie Talkies y pilas»; tiene previsto subirlo a una furgoneta rumbo a la frontera entre Ucrania y Polonia, y «allí lo recogen y lo distribuyen como pueden».
Pero todo este torrente maravilloso puede resultar inútil o no tener el efecto deseado, tenemos que estar seguros de que la ayuda que llega es la que realmente las personas necesitan. 
En este caso Irina conoce algunas de las necesidades de hoy y de algunas personas, pero ya hay más de 800.000 que han salido de Ucrania a países limítrofes, y otras muchas aún dentro del país cambiando a diario sus circunstancias, y no para bien, precisamente. Además, una vez allí la distribución y seguridad no es tan sencilla como ella misma reconoce cuando dice «como pueden». 
Como Irina, multitud de vallisoletanos, están organizando recogida de alimentos no perecederos, ropa, juguetes, o están dispuestos a abrir sus casas a familias y niños cuando lleguen. Pero, organizar todo esto; la clasificación, el transporte, la distribución de productos no pedidos, es difícil y puede incluso dificultar la respuesta de emergencia. Además, muchos se dejan sin usar y pueden causar problemas ambientales y de eliminación. Y, por ejemplo, los medicamentos y equipos médicos son aún más complicados de gestionar.
A todo esto, sumemos el que estamos ante un conflicto bélico en el s.XXII, con redes sociales, lo que hace que la capacidad de movilización y organización ciudadana para ayudar se multiplique e incluso sea exponencial, y esto es de nuevo extraordinario y maravilloso, pero una vez más, esto también tiene la otra cara de la moneda; las estafas y el caos.
En estos dos años vividos dentro del mayor Movimiento humanitario, independiente, de voluntarios del mundo, el Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, he aprendido, que la mejor manera de ayudar de verdad a todas las personas que están sufriendo los desplazamientos y ataques en otro país, es hacerlo económicamente a través de las organizaciones expertas en ello, que están de verdad en terreno, que conocen la situación, que conocen a las personas y están en contacto directo con ellas, que identifican inmediatamente las necesidades a diario, y comprenden, por su experiencia y cercanía, lo que vendrá a continuación. Porque las consecuencias, cuando la pura emergencia acaba, son aún mayores y profundas, y ahí es donde la solidaridad se apaga, porque los focos de los medios desaparecen, pero la vida de las personas no.
Sigamos siendo solidarios, y no dejemos de hacerlo, porque queda aún mucho, pero hagámoslo de la mejor manera, de manera organizada, para asegurarnos de que lo mejor de nosotros llega a quien más lo necesita.