Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Bronca total

09/07/2019

¿Qué nos está pasando?, ¿por qué el nuestro parece haberse convertido en el país de la intolerancia y de la bronca perpetua?, ¿todos los días tenemos que desayunarnos con una buena ración de insultos, zumo de cizaña, mermelada de demandas judiciales y tostada de encanallamiento político?, ¿estamos condenados a ser incapaces de entendernos, a no llegar a acuerdos, a volar todos los puentes, a anteponer siempre los intereses propios o partidistas al bien común?, ¿dónde ha quedado aquel alabado Espíritu de la Transición, aquellos años de pactos y consensos que propiciaron la llegada de la democracia sin rupturas traumáticas ni grandes enfrentamientos? Conozco a mucha gente que se hace a diario estas preguntas y que no obtiene respuestas válidas. Tan solo mueve triste y negativamente la cabeza diciendo con los gestos “no, no es eso, no es eso”. Y no entiende nada. Sobre todo no entiende las posturas viscerales, y por tanto nada racionales, que se están enseñoreando de la política (y, ¡ay! la sociedad) española. ¿Qué se fizo de la sensatez, de la empatía, del diálogo, de la coherencia? Es todo tan absurdo, tan desmoralizante. Reparen en el último, por ahora, caso: lo ocurrido en la manifestación-fiesta del Orgullo Gay en Madrid. Ciudadanos que no firma un manifiesto; los organizadores que no invitan a Ciudadanos; Ciudadanos que se presenta; algunos asistentes que abuchean e intentan agredir a los de Ciudadanos; Arrimadas que pide la dimisión del ministro del Interior al que acusa de atizar el fuego con unas declaraciones; el PSOE que apoya al ministro; el PP que respalda a Ciudadanos, y ya tenemos la gresca montada. Gresca que durará hasta que llegue la siguiente, que, al paso que va la burra, no tardará mucho en aparecer. Y así sucesivamente. Y las broncas van dejando un rescoldo de resquemores y odio que va inflamando más y más el ambiente. ¿Es eso lo que queremos? Me temo que algunos solo se sienten bien cuando chapotean en el cieno y ahí mandan a su gusto.