Pablo Álvarez

ZARANDAJAS

Pablo Álvarez

Periodista


Alcaldes, para un roto y para un descosido

15/05/2021

Contra viento y marea, la vacunación avanza y comenzamos a ver la luz al final de este largo túnel. «Va como un tiro». Así de gráfico fue el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para describir el avance. Un mensaje de optimismo dirigido a levantar el ánimo dentro y a mostrar fortalezas fuera de nuestras fronteras. 
Pese a los nubarrones y las muchas cuestiones que quedan por aclarar, como qué ocurre con los vacunados en primera instancia con AstraZeneca o si el ritmo de llegada de viales será suficiente para mantener este ritmo, si nos quedamos con lo positivo, en mes y medio habremos alcanzado esa inmunidad de rebaño tan ansiada. 
Como en todo rebaño, también en éste hay ovejas negras y borregos, que fueron los que se echaron a la calle como si hubiera algo que celebrar en cuanto sonaron las doce campanadas del 9 de mayo y decaía el estado de alarma. Ovejas descarriadas que no son representativas de una gran mayoría que ha demostrado gran madurez y responsabilidad. ¿Alguien pensó que no iban a producirse estos numeritos? ¡Estaba cantado! Y volverán este fin de semana. Esperemos que sigan siendo excepción.
Dejando a estas cabras locas, es buen momento para reconocer el papel de los ayuntamientos a la hora de contribuir a que este proceso de vacunación salga adelante, especialmente en los pueblos más pequeños. Todos, tanto grandes como chicos, han demostrado que siguen siendo la administración más cercana y han sido los que han puesto orden y avisado, muchas veces puerta a puerta, por whatsapp o por carta, a cada vecino cuándo tenía que vacunarse. 
Alguno, incluso ha echado mano de su propio coche para llevar a algún vecino hasta el centro de vacunación porque carecía de medio de transporte. En estos momentos de arrimar el hombro han dejado de lado colores políticos y han empujado todos a una. Sin mirar de quién eran las competencias o quien iba a pagar la gasolina. En la era de la información digital y las redes sociales, se ha demostrado que es necesario bajar al barro y quemar suela de zapato para que la comunicación sea efectiva. 
Luego llegará el momento de repartir medallas y a ninguno de esos alcaldes o concejales que han puesto todo su empeño en que ninguno de sus vecinos se quede sin vacunar les llegará ninguna. Ni la de chocolate. 
Si el resto de las administraciones ‘mayores’ -hablamos de Junta y del Estado- tuvieran más en cuenta a los ayuntamientos y su gran capacidad de actuar sobre el terreno, mejor nos pintaría. Y eso se reconoce con dinero y capacidad de gestión. No con aplausos, que se los lleva el viento.