En un país de extremismos cainitas, que como sostiene Andrés Trapiello premia al combatiente, honra el encono, santifica el radicalismo y jalea la inquina, la expulsión del otro, la subversión, gasolina mediante, del diálogo, Ciudadanos trajo a la política la llamarada de la razón sin hielo. El diapasón de una cierta cordura. Necesitamos un partido enfrentado a las desigualdades territoriales, la xenofobia glorificada, los fueros prepolíticos y los derechos, por decir algo, medievales. Que apueste por una política guiada por la buena ciencia. Enemistado con las corazonadas y los señuelos ideológicos. Que pelee contra los del bozal identitario sin enarbolar delante un identitarismo de signo contrario. Que a los nacionalismos, catalán, vasco, letón o lituano, no oponga un nacionalismo españolista, de glorias imperiales y rojigualdos eructos sentimentales. Lo explicó anteayer, en Madrid, Arcadi Espada: la batalla contra las políticas de una retrógrada como Irene Montero, la pelea en las guerras culturales y bioéticas contra los tahures del posmodernismo y la jerigonza queer, no puede quedar en manos del Opus. Ciudadanos cometió errores. Ha flaqueado miserablemente ante las huestes de un feminismo enemistado con la herencia ilustrada y ha renunciado a una porción de sus principios, aquella del socialismo democrático, para dejar huérfana la otra mitad, la del liberalismo progresista. Pero qué son esas equivocaciones, subsanables, creo, comparadas con las traiciones de un Pedro Sánchez que chuleo el PSOE hasta disecarlo y un Podemos que sólo sabe ejercer como matoncito de los nacionalistas. Qué ante las campañas odiosas de un Vox especialista en hacer leña con lo más frágil de nuestra sociedad, empezando por menores de edad no acompañados. Qué ante unos socios del gobierno que en Cataluña mandan con pronto siciliano y en el País Vasco acogen y aplaude a los del tiro en la nuca. Urge, más que nunca, un partido comprometido con la igualdad, la libertad y el 78. Uno que apueste por la tolerancia, el laicismo y la Tercera España. Ciudadanos, claro.