Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Cifras estremecedoras

02/04/2020

Con más de 9.000 muertos desde que surgió la epidemia del coronavirus todas las fases intermedias parecen lejanas aunque tan solo hayan pasado apenas unos días porque el crecimiento o de fallecidos supera cada día los ochocientos fallecidos. Cifras que van acompañadas de un dolor insoportable para las familias de las víctimas con consecuencias psicológicas y vitales imposibles de cuantificar.

Ninguna de las cifras proporcionadas, salvo las de personas curadas, un veinte por ciento, son buenas. Si lo son en términos porcentuales no lo son en términos absolutos. El incremento hasta los 102.000 afectados comunicados ayer miércoles suponen un descenso porcentual con respecto a días anteriores importantes que hacen suponer a las autoridades sanitarias que se está en un momento de estabilización del numero de contagios. Pero se está lejos de que llegue el momento de que el número de dados de alta sea superior al de contagiados y que la curva acabe finalmente de doblarse.

Y sin embargo no cabe duda de que las medidas de confinamiento están dando resultados, que es imprescindible mantener la medidas de aislamiento y que lo sean durante el tiempo necesario. De hecho desde el Gobierno se han comenzado a enviar mensajes para preparar a la población para la aplicación de un nuevo plazo de dos semanas de confinamiento. Un nuevo esfuerzo que debe ir acompañado del reconocimiento a un comportamiento de la ciudadanía que es ejemplar solo roto por algunos irresponsables que son los menos, y que además son sancionados cuando son localizados por los distintos cuerpos policiales.

Conocer el número de infectados y de fallecidos como consecuencia del coronavirus es un derecho de todos, pero cuando se cuentan de forma distinta el número de muertos por la enfermedad según las comunidades autónomas resulta difícil llegar a una conclusión definitiva. Pero en este caso el Gobierno no es el responsable porque cada una ha tomado la decisión que ha creído oportuna. Lo mismo ha ocurrido en distintos países europeos. Pero las estadísticas anuales sobre las tasas de mortalidad permitirán conocer con mayor precisión el número de fallecidos como consecuencia de la epidemia, máxime cuando los fallecimientos se ceban en la franja de edad de los mayores de 75 años, con incidencia superior en la década de los ochenta.

Cuando comienzan a llegar los aviones con el material comprado por el Gobierno y también por algunas comunidades autónomas es imprescindible pasar a la segunda fase para el control de la epidemia mediante la realización masiva de los test, que permitan tener una fotografía más real del número de contagiados, insistir en su aislamiento y continuar en las acciones para que el sistema nacional de salud no acabe colapasando. Instrucciones como la de la Generalitat de Cataluña sobre quien debe o no ingresar en las UCI están relacionadas con los criterios médicos en última instancia. Los propios colegios de médicos han activado sus comisiones deontológicas para que los profesionales sepan como afrontar estas situaciones de elección sobre a quien aplicar los medios terapéuticos más eficaces.

Todas las decisiones del Gobierno para no dejar a nadie atrás, o al menos hacer menos dura la situación personal, laboral o empresarial que deja el coronavirus no deben dejar de ir acompañadas del llamamiento a mantener la responsabilidad y los sacrificios.