Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


En siete metros

29/03/2020

Son las ocho menos algo de la tarde de un día cualquiera. Uno de tantos dentro de esta cuarentena social que nos está enseñando a descubrirnos a nosotros mismos, a ver cuál es nuestra capacidad de adaptación a un estado tan adverso como este; nuestra resiliencia. «¡Hay que salir a aplaudir!», me apremian mis hijos para que me enrole a uno de los momentazos del día, ese en el que los vecinos se unen en un coro de balcones y ventanas para dar las gracias al esfuerzo de nuestros sanitarios, esos profesionales que acuden cada día  a la ‘zona cero’ de esta crisis. También va por policías, militares, farmacéuticos, cajeros... a todos esos héroes anónimos que consiguen que nuestra vida siga adelante, aunque sea bajo mínimos.  
Y ahí estamos también nosotros. No hablo de los periodistas, que también, sino de todos los que ‘teletrabajamos’ y hacemos equilibrios para atender con normalidad nuestras labores profesionales y familiares. Puro malabarismo. Reconvertidos a ratos en profesores de unos niños que ni preguntan casi por los motivos de la situación, que apenas reniegan  por un confinamiento al que se han adaptado como camaleones, actores de una vida digna de un macabro guion de Hollywood, entre las cuatro paredes de nuestros pisos y los siete metros del balcón; eso, resiliencia en estado puro.
Son admirables estos chavales del siglo XXI. Nos trasmiten un ímpetu y una alegría que logra llenar de optimismo una época tan oscura que ni la habíamos imaginado. Sí, nos relacionamos a través del genial WhatsApp y hasta hacemos ‘vídeollamadas’ a cuatro, pero nos faltan tantos abrazos... Y alguna mano a la que agarrar con fuerza para intentar que no se vaya nunca.
Aplausos, primero. Después, el 'Resistiré' del Dúo Dinámico. Ritual cumplido. La ‘fiesta’ volverá a unos pocos balcones hora y media más tarde, con las lucecitas de los móviles y vociferando el 'Sobreviviré' de Mónica Naranjo.
Es la vida en los siete metros de un balcón. La alegría por poder compartir momentos de unión con personas a las que a veces evitas en el ascensor por no forzar una insulsa charla. La cerveza con tu vecino de al lado mientras comentas las últimas cifras de contagios por Covid-19 y elucubras sobre el mundo que nos encontraremos cuando todo esto acabe. Un balcón que acoge la fiesta de cumpleaños de Manu, y que luego se transforma en la pizarra y la pista de patinaje de Inés. En siete metros.