Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Esperanzas

06/09/2021

Si ahora mismo, en estos días de retorno a lo que en cada caso sea la actividad ordinaria, ojalá que después de haber disfrutado un tiempo de vacaciones, aunque haya sido corto, echamos la vista atrás y nos colocamos en estas mismas circunstancias el año pasado, recordaremos que volvíamos a la tarea llenos de incertidumbre. Por ahora, aquellos días del 2020, ya sabíamos que el verano no había parado el proceso de contagios, sino más bien al contrario. Lo habíamos iniciado con la confianza, que enseguida se demostró infundada, de haber superado lo peor, porque nada hubo peor que el confinamiento, y lo terminamos metidos casi de lleno en una segunda ola que fue creciendo por semanas. Todo lo que vino después aún será bien recordado: el respiro navideño, otra vez engañoso, una nueva ola, y otra y otra, y también la creciente ilusión de la vacuna, hasta el momento actual, siempre con predominio de la incertidumbre.

Si hacemos el contraste retrospectivo a que me refería, coincidiremos en que esta vez los síntomas de normalización se muestran con bastante más seguridad. Todavía no habrá fiesta a la antigua usanza donde tocaba hacer fiestas por ahora, pero ya habrá algo de eso en distintos lugares; todavía no podrán llenarse los estadios de aire libre, ni los polideportivos, pero ya habrá un porcentaje significativo de espectadores; y lo mismo con la actividad cultural, el cine, la música, y con tantas otras cosas que han estado afectadas por las restricciones. Y lo más importante, el curso escolar en los distintos niveles educativos se pondrá en marcha con mejores perspectivas que hace un año, cuando todo eran inquietudes inmediatas.

Es evidente que el proceso de vacunación ha hecho su efecto y que las precauciones de la mayoría, más allá de las excepciones indeseables, también han ayudado. Así que, como la salud es lo primero, este momento del retorno es buen momento para cierto optimismo con fundamento, que buena falta hacía; no para echar campanas al vuelo, ni para ilusiones insensatas, ni para triunfalismos políticos. Sí para la esperanza contenida y vigilante, que tiene base real, y que no es poco. Porque luego habrá que esperar que la economía se recupere, que el empleo se haga más estable, y hasta que baje el precio de la luz. Por pedir, que no quede. Pero lo primero es lo primero.