Maite Rodríguez Iglesias

PLAZA MAYOR

Maite Rodríguez Iglesias

Periodista


¿Y si todos somos negacionistas?

01/11/2020

La abolición de la realidad implica la de la memoria». Esta reflexión del escritor francés Emmanuel Carrère es muy útil para intentar entender la situación tan extrema en la que nos volvemos a encontrar tan solo cuatro meses después de finalizar el primer estado de alarma por la covid-19. La nueva normalidad en la que nos instalamos tras salir del confinamiento y el fin de las restricciones, junto con la llegada del verano, ayudaron a borrar de la memoria general el drama vivido los meses anteriores. Esa distorsión, a la que contribuyó la ausencia de imágenes del drama vivido en las UCI o en los tanatorios, y  una especie de amnesia colectiva, han generado comportamientos paradójicos en distintos colectivos sociales, que han decidido vivir sus locos años 20, en este caso unos locos meses del 2020, para salir por la puerta de atrás de la nueva situación generada por la pandemia. Un comportamiento bastante generalizado, en el que alguna vez hemos caído todos, que para nada es tan radical como el de los negacionistas que gritan o escenifican su irracionalidad cuando ven una cámara, pero que implica ciertas dosis de negación de una crisis sanitaria y económica sin precedentes.
La gestión de la pandemia por los distintos gobiernos, empezando por el central y llegando a los ayuntamientos más pequeños es muy cuestionable. De hecho, la deriva en muchas decisiones, de unos y otros, ha ayudado a fomentar una confusión general entre la población y ha propiciado comportamientos erróneos, que ahora tienen sus consecuencias. Esta gestión deberá ser valorada y tener su  reprobación o no en próximos procesos electorales, pero no vale echar toda la culpa a los políticos, ni pensar que solo un sector de población, los señalados como negacionistas, son los irresponsables y culpables de todo. Basta con salir a la calle para comprobar que las terrazas todavía son consideradas por  una mayoría como un espacio libre de la covid-19. Cuesta mucho ver un uso generalizado de mascarillas bajo la excusa de estar al aire libre, pero más increíble resulta la resistencia al uso en el interior de los bares. Y esa falta de responsabilidad individual, ese desprecio de la norma, no se da solo entre los negacionistas y los jóvenes. Solo hace falta pensar las últimas veces que estuvimos en esos escenarios, y la mayoría si es sincero confesará su pecado. La abolición de la realidad no implica, por desgracia, la del virus.