Julio Valdeón

A QUEMARROPA

Julio Valdeón

Periodista


A merced

09/11/2019

Uno prefiere escribir de lo estrictamente local, convencido de que el microscopio a veces sirve para alumbrar el cosmos, pero no puedo resistirme a escribir sobre la penúltima patochada vivida estos días.  Estarán al tanto: la asamblea de Madrid aprobó pedir, a propuesta de Vox y con los votos de Ciudadanos y el PP, la ilegalización de los partidos separatistas. Con lo que pasamos de la intemperie de un Código Penal que no protege de forma suficiente de golpes contra la democracia como el sufrido en Cataluña en 2017 a convertirnos en Alemania. Cuyos jueces provinciales se negaron a activar la euroorden contra un presunto delincuente, Puigdemont, tras equiparar el golpe con la toma de una pista de aeropuerto. La cuestión, claro, es que la proposición de la Asamblea de Madrid es puramente simbólica. Nominativa. Como explicó casi inmediatamente el escritor y abogado Tsevan Rabtan, los barandas de la política se pasan la vida aprobando mierdas que no son de su competencia. «Solo por figurar. Para que veamos lo ‘concernidos’ que están». Normal que solicite que un día tendríamos que publicarlas todas, una proposición no de ley tras otra, un muermo de resolución y luego otro y otro más, aprobados en «todos los parlamentos de España desde hace 40 años. Y poner un estrado y obligar a los diputados a leerlas todas, de corrido. Un «leed, leed, malditos». Dije antes penúltima chorrada porque el día anterior hubo otra, la antepenúltima, protagonizada por Pedro Sánchez, ese hombre. Cuando le respondió ufano a un colega de Radio Nacional que en España y hasta que nadie diga nada en contra el Estado es él, astro solar de nuestras entretelas, y al fiscal general lo encontró en la calle. «Es que, ¿la fiscalía, de quién depende? ¿De quién depende?», preguntó el todavía presidente en funciones. «Sí, sí, del gobierno», respondió el entrevistador. «Pues ya está», zanjó Sánchez. Y es así, con semejante cabriola, que cierro esta columna en barbecho de elecciones. Asomados todos a unos comicios que tienen toda la pinta de dejarnos como estábamos. A merced de una panda de inútiles.