Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


La bula de la nicotina

23/01/2021

En estos tiempos pandémicos que vivimos casi nada es como era. A veces quizá hasta se nos olvide que hace solo un año nadie iba con mascarilla por la calle y que eso del covid nos sonaba a chino. Vivimos a caballo entre la tristeza, el conformismo y la locura, y hay días en que todo se pone tan kafkiano que hasta nos parece mentira que todo esto sea real, que no sea todo un mal sueño.
O una pesadilla. Porque hay veces que dan ganas despertar gritando y mandar a cagar a demasiada gente. A los que se pasan por el forro las recomendaciones (y hasta las leyes) para contener la expansión del coronavirus, a los que llevan la mascarilla con la nariz por fuera, a los que se la quitaban dentro de los bares y ahora claman por sus cierres, a los que montan banales (que dicen ellos) reuniones caseras... pero, sobre todo, a los fumadores. 
A todos esos fumadores que transitan por la calle con la mascarilla por el cuello, fuma que te fuma, calada tras calada, con ese halo de superioridad que les debe dar llevar en el bolsillo una bula; invisible, eso sí. ¿Nadie les ve? ¿Por qué no se les multa? ¿Por qué se les permite hacer de todo con tal de alimentar su insalubre vicio?
Han superado ya esos dramáticos días en los que tuvieron que dejar de fumar en la mesa de la terraza para no propagar el virus, como si hasta ahora no hubiera sido una cerdada estar echando el humo a los de al lado. Es la bula de la nicotina y auspicia a los fumadores a bajarse la mascarilla a solo unos metros de la terraza en la que toman café, a la salida de una tienda o en un simple paseo; sin tapujos. Los demás, en cambio, los que solo vamos respirando por la calle, nos debemos apretar bien el bozal... Cosas de no tener bula.

Claro que para kafkiano lo de nuestra clase política que goza retozando en el fango del enfrentamiento, demostrando su bajeza cuando más se pide ejemplaridad. Con los gobiernos autonómicos y el central viviendo en un combate perenne después de haber auspiciado el descontrol del virus en unas navidades que la ciudadanía aprovechó para  soñar que el ‘bicho’ respetaría unas fechas tan familiares. Una disputa que ha llegado hasta los tribunales mientras los contagios suben y suben, los hospitales (y sus profesionales) se encaminan de nuevo hacia el abismo y las funerarias vuelven a prepararse para afrontar el enésimo repunte de la mortalidad. Penoso.