Maite Rodríguez Iglesias

PLAZA MAYOR

Maite Rodríguez Iglesias

Periodista


Tropezar dos veces con la misma piedra

10/07/2020

Más de 150 escritores, académicos e intelectuales han firmado en Estados Unidos una carta abierta en la que denuncian una creciente ‘intolerancia’ por parte del activismo progresista estadounidense hacia ideas discrepantes en el debate público generado tras la muerte de George Floyd . Y cómo no, se ha abierto una guerra de comentarios, sobre todo en las redes sociales, que ha provocado que alguno de ellos incluso se retracte.
Lo curioso es que muchas de las agrias críticas, realizadas en unas redes que son el foro del siglo XXI, acaban por corroborar precisamente lo que denuncia este escrito. Una confrontación valdía pero muy lesiva, que se produce justo cuando más necesario es el ejercicio de la libertad de expresión porque cada vez se impone más la censura social para silenciar las voces divergentes de cada bando. Un tumor del que advierte la misiva cuando afirma que «debemos preservar la posibilidad de discrepar de buena fe sin consecuencias profesionales funestas».
Esta misma reflexión se puede aplicar a la situación, muy similar, que se ha vivido esta semana en España por las descalificaciones del portavoz de Podemos Pablo Echenique al periodista Vicente Vallés. Un cuestionamiento a la libertad de expresión, que se vio reforzado por los argumentos del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, que considera que «en una democracia hay que naturalizar, no solo la crítica, sino también los insultos». 
Estamos en un momento en que la humanidad muta sin tiempo casi de adaptación, donde muchos de los referentes que existían no son válidos, pero donde la hostilidad ciega e irreflexiva hacia las posiciones confrontadas no ayudará a superar la profundidad de la crisis que se vive a nivel global.  «El libre intercambio de información e ideas, la savia de una sociedad liberal, está volviéndose cada día más limitado», señalaba la carta abierta. Una limitación que propicia que se repitan errores y que tropecemos dos veces con la misma piedra precisamente por no saber interpretar correctamente las situaciones. «La línea divisoria entre la barbarie y la civilización nunca es una frontera geográfica entre diferentes países, sino una frontera moral dentro de cada pueblo; es más, dentro de cada individuo», escribía el historiador griego Herodoto hace casi 2.500 años. Y sigue muy vigente.