Martín Fernández Antolín

La voz del portavoz

Martín Fernández Antolín

Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valladolid


El puzle cósmico

28/05/2022

¿Creen ustedes en las alineaciones cósmicas? Me refiero a esos momentos en los que parece que se resuelve el puzle cósmico que nos rodea. Porque yo he vivido uno de ellos estas fechas pasadas,   cuando   se   ha   concatenado   lo   universal,   la   Semana   Santa,   con   lo   cercano,   los movimientos en el gobierno regional y desde el mismo, y con lo local, la inauguración de la exposición sobre la Divina Comedia. Claro, algunos pueden haber pasado inadvertidos al hecho de que algo hila estos tres hechos, de ahí lo del puzle: la presencia de Judas en todos ellos.
Porque si el de las treinta monedas es uno de los personajes más atractivos de la literatura, de la pintura e incluso de la música (¿cómo no recordar ese 'Judas' lanzado a un Dylan eléctrico?) donde brilla con esplendor es en el mundo de la política. 
Empecemos por lo universal; el Iscariote soporta su pésima reputación por algo de lo que a veces pasamos de largo; en la cultura hebrea el sistema sexagesimal suponía que la unidad era sesenta, por lo que Judas cometió su traición por el equivalente a la calderilla y, lo que es peor, no forzado por los romanos ni por los sumos sacerdotes, sino que fue él quien se ofreció. Primera pieza del puzle, por tanto, sobre la mesa: el traidor se malbarata porque le ciega su falta de escrúpulos y la conciencia íntima de su inferioridad moral. 
Sigamos por lo local; Dante sitúa a Judas en la más profunda de las zonas del temible Infierno, junto con Casio y Bruto, pues traicionó a sus pares, a sus superiores y a sus inferiores. Vamos, a quien le escogió, a sus compañeros y a quienes confiaron en él. A su conocimiento de la cultura clásica, Dante sumaba haber vivido desde dentro la política y haberla amado; segunda pieza, pues, del puzle: el traidor se malbarata y se condena, arrastrando con sus acciones a la sociedad en su conjunto. 
Y terminemos por lo cercano. Debe de haber resultado casi tan perturbador como los lamentos de los condenados al Infierno dantesco o el grito arrepentido de Judas en el templo al devolver las monedas a quienes pagaron su traición el zureo de las zalemas de quienes, recién salidos de un gobierno, no han mostrado recato alguno en poner su alma en venta por menos de treinta monedas, a las puertas del Palacio de la Asunción o de alguna empresa que ellos mismos avalaron desde sus puestos como administradores del bien común, no ya con aquello de «ay, por tu madre, colócanos» que cantaba Carlos Cano, sino, directamente, con una mala versión del 'I wanna be your dog' de Iggy y los Stooges.