Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Las mesas de Teresa

07/02/2020

La política con frecuencia se queda en los gestos y en la consiguiente frustración. Es natural el escepticismo y cautela con la que se evalúa la visita de Teresa Ribera al Oeste de Castilla y León el pasado miércoles. La vicepresidenta del Gobierno para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico reconoció en Zamora los graves desequilibrios territoriales y la necesidad de romper esa dinámica de destrucción. «Hemos vivido una España absurda -dijo-, centrada en la costa y Madrid». Anunció la participación del Gobierno en «mesas de reindustrialización» para promover un cambio en el modelo productivo. En su periplo, horas más tarde manifestaba en León su compromiso de liderar esa primera «Mesa», promovida por los sindicatos CCOO y UGT, con el acicate de revertir la grave crisis económica que acarrea el cierre de la minería del carbón, motor fundamental de la economía leonesa y palentina desde hace casi un siglo.
En esto de crear mesas León lleva ventaja. Hace 29 años las fuerzas vivas, respondiendo a la iniciativa de un bisoño José Luis Rodríguez Zapatero, se sumaron al Pacto por León. Seguramente no exista precedente histórico. Empresarios y trabajadores colaboraron con entusiasmo en una huelga general, jaleada por los medios de comunicación. Contó con el aplauso de los partidos políticos, instituciones públicas y organizaciones sociales y culturales de toda condición. Zapatero, maestro en el arte de utilizar palabras fuerza, lograba de esta forma el primer éxito para su partido, al diluir la responsabilidad del Gobierno de Felipe González como firmante del decreto que iniciaba la reconversión minera, el año anterior. En las tres décadas siguientes los socialistas compartirían con el PP la responsabilidad en el carbonicidio, que tan acertadamente definió Juan Vicente Herrera. Ahora el Gobierno de Pedro Sánchez se apresta a liderar un nuevo pacto apodado mesa con los mismos apoyos de entonces, aunque tal vez con menor entusiasmo. Transición justa le llaman. No prejuzguemos resultados, aunque no estaría de más contar con alguna silla, más allá de la mesa, por si las soluciones tardan.