Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Profecías

25/06/2020

El FMI se puso ayer flamenco y lanzó una funesta previsión de caída del 12% de la economía española este año. La Autoridad Fiscal Independiente, para no ser menos, elevó la apuesta hasta un 14%, aunque la semana pasada había dicho un 18% de minoración. Ya se sabe que hay que sostiene que un economista es un excelente adivinador del pasado. Pero proyectar con precisión el futuro de la economía en sociedades tan complejas como la nuestra puede que tenga que esperar al ordenador cuántico. De hecho, los datos que se están publicando estos días, muchos de ellos de sentimiento, de actitud ante el medio plazo, son, como suele decirse, mejor de lo esperado. Las predicciones están siendo superadas por la realidad.
Si las imprecisas previsiones económicas viniesen acompañadas de márgenes de error y test de comprobación «a toro pasado», probablemente tendrían más credibilidad. Pero esto no es frecuente. Y lo malo es que los mecanismos de autocumplimiento suelen actuar como excipiente para lo bueno y para lo malo: ante previsiones funestas, la gente actúa retrayéndose y, por lo tanto, propiciando su mal propósito. Y las euforias injustificadas acarrean soplamocos contra una realidad que no se esperaba.
De tal modo que volvemos a la casilla de salida: los obstáculos están puestos para ser salvados y las dificultades, para ser superadas con tenacidad, equilibrio y proporción. Gastando adecuadamente, produciendo lo mejor que se pueda y modernizándonos, aprovechando la coyuntura para ir a mejor.
Y, por cierto, no dejemos de recordarlo: pongamos todos los días unos gramos de historia en nuestras vidas, esa que nos da la perspectiva. Ésa que nos permite colegir lo que puede ocurrir a base de lo que ya acaeció en el pasado. Lecciones gratis a condición de que sepamos leer los signos de los tiempos. No creo que sea tan difícil.