Diego Izco

TIEMPO MUERTO

Diego Izco

Periodista especializado en información deportiva


Un gol más

09/12/2019

La relación entre el delantero y el gol no conoce de posturas, partes del cuerpo con las que golpear el esférico, ubicaciones… Se marca y punto. Los grandes killers, los que se retiran con 500-600 goles, guardan tres o cuatro de ellos en un cajón especial (para las entrevistas, básicamente, cuando les preguntan lo de «¿Con qué gol te quedas?»), pero están orgullosísimos de todos ellos: el que marcó con la barriga, de rebote, en un barullo en el área chica ante un equipo de Segunda B en un partido copero y el que ajustó a la escuadra de media chilena en una semifinal de Champions. El zurdazo, el cabezazo, el derechazo, el espinillazo, el espaldazo, el muslazo, el hombrazo; los tacos y el tacón, el empeine total, el interior, los tres dedos… Así hasta esos 500-600 que definen la carrera de un tipo con una especial relación con las redes del enemigo.

Que Suárez marque de taquito no es noticia. En su caso, es mucho más noticiable que falle un remate franco o que lleve (que lleva) desde el 16 de septiembre de 2015 sin marcar un gol lejos del Camp Nou en Liga de Campeones. El uruguayo pertenece a la estirpe de delanteros a los que podrías tapar los ojos, darle varias vueltas en un punto indeterminado del campo, entregarle una pelota… y sabrían localizar la portería. La estética del remate es asombrosa, sí, pero nada sorprendente viniendo de un tipo que las ha metido de todos los colores: llegó a Barcelona en 2014 y ya es el cuarto máximo goleador histórico del club (a seis de Kubala, tercero; a 44 de César, segundo; a 429 de Messi), mezclando varias obras de arte como la del sábado ante el Mallorca con remates alejados en muchas millas de la ortodoxia. Son datos estratosféricos que no ponen en valor la estética del momento, sino la estadística: fue solo un gol más, el cuarto de un partido sin historia para un goleador de época.