La economía del siglo XXI

Carlos Cuesta (SPC)
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El Plan de Energía y Clima en el que trabaja España para el período 2021-2031 prevé una inversión de 200.000 millones que podrían generar 300.000 empleos anuales y elevar el crecimiento un 1,8%

La economía del siglo XXI

Si algo positivo va a salir de esta crisis provocada por el coronavirus, y que ha dejado a millones de personas confinadas en sus casas en todo el mundo durante semanas con el consiguiente freno en la economía, es el beneficio que el parón ha tenido para el medio ambiente.

Fábricas sin actividad, autopistas vacías, calles desérticas son algunas de las imágenes que se han repetido en el planeta a medida que la pandemia avanzaba inexorablemente. El descenso de la cantidad de desplazamientos en vehículos a motor, la disminución de la producción industrial y el consumo se ha traducido en menos contaminación, aguas más limpias y cielos más claros que han provocado una reflexión sobre el modelo de economía por el que hay que apostar para no acabar con la naturaleza y los recursos del planeta, imponiéndose la necesidad de impulsar la economía circular.

El modelo lineal del sistema productivo actual no tiene futuro. De hecho, se están aplicando alternativas alejadas de la simple extracción, fabricación, utilización y eliminación de productos porque están agotando las riquezas terrestes, además de los efectos nocivos que produce la quema de combustibles fósiles.

La nueva realidad presenta un paradigma económico alternativo que va más lejos de las llamadas tres R: reduce, rehusa y recicla. Basándose en lo que se llama ecodiseño de productos y teniendo en cuenta procesos de fabricación que consuman poca energía con menos desechos. 

El enorme desafío que se plantea es extender la vida útil de todo lo que se fabrica y que, además, los artículos sean fáciles de reparar y permitan reutilizarse.

La idea es implantar un sistema productivo basado en el principio de cerrar el ciclo de vida de los productos, produciendo bienes y servicios a la vez que se reduce el consumo superfluo y el desperdicio de materias primas, agua y energía.

En este escenario, las empresas que parten de la filosofía de la economía circular reducen sus costes de producción porque, entre otras cosas, se emplean menos materias primas, son más eficientes y apuestan por la sostenibilidad.

Con estas premisas, al reducirse los costes de producción, el precio de la producció se abarata también, y los consumidores ahorran y contribuyen al cuidado del entorno natural sin depauperarlo.

El principio de la economía circular es la utilización de los residuos como materia prima nuevas fabricaciones, reduciéndose drásticamente tanto la generación de basura como la extracción de nuevos productos y materias primas.

Entre las ventajas de este proceso circular está que permite la disminución de las materias primas así como un menor cantidad de sobras y limitación del consumo de energía, que contribuye a la creación de más riqueza y empleo.

Los economistas destacan que esta fórmula permite obtener una oportunidad competitiva en el contexto de la globalización ya que disminuye la dependencia de unos suministros externos e inciertos y, sobre todo, abre la perspectiva a un crecimiento más duradero.

Si hasta ahora este modelo productivo no ha tenido mayor repercusión en la industria mundial es por que las empresas por sí solas carecen de información, confianza y capacidad para implantar este tipo de avances y por que el llamado sistema financiero lineal no ha ofrecido, hasta el momento, en inversiones para estos casos de gestión innovadores, ya que se les consideraba arriesgados y complejos. 

Hace unos días, el Gobierno español anunció que aprobará próximamente la Estrategia Nacional de Economía Circular. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera afirmó que le preocupa «enormemente» el aumento de los plásticos de un solo uso cuyo consumo ha crecido por la crisis del coronavirus.

Respecto a la estrategia española de economía circular, Ribera precisó que incluirá objetivos claros para esta década que deberán permitir la reducción en un 30% del consumo nacional de materiales y la generación de residuos deberá caer en un 15%, lo que permitirá situar las emisiones de CO2 por debajo de las 10 millones de toneladas anuales.

El Plan Nacional de Energía y Clima de España (PNIEC) para el período comprendido entre 2021 y 2030 atraerá más de 200.000 millones de euros de inversión en los próximos 10 años y generará entre 250.000 y 350.000 empleos netos anuales, lo que contribuirá a un crecimiento del 1,8% del PIB, esto es, entre 16.500 y 25.700 millones .

A nivel comunitario, también existe un compromiso muy importante en lo que se ha definido como la Estrategia Europa 2020, que pretende generar un crecimiento inteligente, sostenible e integrador. 

Un modelo eficiente

La iniciativa de la UE pretende crear un marco político destinado a apoyar el cambio a una nueva economía más sostenible y eficiente en el uso de los recursos y de baja emisión de carbono que nos ayude a mejorar los resultados económicos al tiempo que se reduce el uso de los recursos, identificar y crear nuevas oportunidades de crecimiento económico e impulsar la innovación y la competitividad en la UE.

Asimismo, persigue luchar contra el cambio climático y limitar los impactos medioambientales del uso de los recursos y convertir a la zona euro en una «economía circular» basada en un modelo del reciclado que asegure reducir la producción de residuos y utilizarlos como recursos de primer orden.

Esta iniciativa trabaja con una idea que se interrelaciona con la eficiencia y la sostenibilidad, y cuya finalidad es que el valor de los productos que se fabriquen perdure durante el mayor tiempo posible y que se reduzcan los residuos.

Para entender y aplicar esta nueva economía hay que mentalizar a la sociedad de que se trata de un sistema que une los aspectos ambientales con los económicos y sociales para que se involucre.

Actualmente, la gestión de los residuos representa en España miles de empleos que, en un contexto de escasez y fluctuación de los costes de las materias primas, la economía circular contribuye a dar una mayor seguridad y a la reindustrialización de todo el territorio.

Como ejemplo, se puede comprobar que las miles de botellas que ya no sirven se convierten en alfombrillas y salpicaderos para coches, los neumáticos viejos se transforman en zapatos. Otros paradigmas son la industria de la construcción sostenible de casas y oficinas hechas a partir de módulos de madera fresados de gran durabilidad o las ciudades construidas con materiales reciclados.