Nazaret: de la tiza a la lucha por su barrio

R.G.R
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Las cuatro hermanas de la congregación Siervas del Evangelio se volcarán con las actividades de la parroquia el próximo curso tras el cierre del colegio Nazaret, en La Victoria. «Tenemos mucho que ofrecer»

150322JT_0198.JPG - Foto: Jonathan Tajes

Era 1968 cuando nacía el Colegio Infantil Nazaret. 54 años después cierra sus puertas. Lo hace con los deberes hechos. Con la satisfacción de dejar atrás a una gran familia formada por 46 niños, sus padres y todo el cariño y empeño en conseguir la mejor de las formaciones desde de las edades más tempranas. Ahora, para las cuatro hermanas de la congregación Siervas del Evangelio llega el momento de cambiar la tiza, los libros y las pizarras por todo aquello que sea necesario para la parroquia de su barrio, de esa parte de la capital que tanto aman, de La Victoria. 

Dos de las cuatro monjas que actualmente residen en el colegio-residencia ubicado en la calle Villanubla imparten clase a los menores de entre uno y cinco años. Pero ha llegado el momento de jubilarse. Clara María Romero es una de ellas. «Ya he hecho 66 años y todo momento llega si quiere Dios», comenta entre risas. Todos los menores pasarán al Instituto Politécnico Cristo Rey el próximo curso y las hermanas volverán a una vida de tranquilidad, sin alborotos mañaneros, sin tantas preocupaciones, sin aulas llenas de conocimientos, alegrías, risas, y por qué no, de tristezas en algunos momentos. 

Cambiarán todos los ámbitos educativos del colegio por la tranquilidad y el cuidado de sí mismas. Pero tienen clara una cosa. No piensan dejar atrás ni por un solo momento sus 'obligaciones' directas con la parroquia y con el barrio. Durante todos estos años han desprendido una tremenda imaginación para atraer a los padres y conseguir su implicación en las actividades. «Siempre hemos planteado este colegio como si de una gran familia se tratara. La gente se puede extrañar que yo esté en un grupo de whatsapp con los padres. Pero es lo normal. Si me quieren para cualquier cosa estoy ahí y si les quiero decir algo se lo digo más fácil». 

Este compromiso es el que pretenden llevar ahora a todo el barrio. «La hermana más mayor tiene 82 años, pero una gran vitalidad y la conoce todo el mundo en La Victoria». Quieren aprovechar este 'tirón' para ser partícipes de las actividades del barrio. Junto con la parroquia, pretenden involucrarse en el día a día de sus vecinos y continuar ayudando en la medida de sus posibilidades «para que tenga toda la vida posible». 

Reconocen hacer echado alguna lágrima junto con los padres de los alumnos en el momento en el que se anunció el cierre. Son muchos años. Pero no han tenido mucho tiempo para tristezas porque saben que no se trata de un adiós, sino que su lucha por conseguir una vida social mejor para el barrio continuará alejada de las pizarras, pero más próxima a los corazones del prójimo. Ahora, toca ordenar todo el papeleo. En eso centrarán sus esfuerzos más próximos para dar paso, después, a una vida llena de actividades cotidianas como cuatro vecinas más del barrio de La Victoria.