Belén Viloria

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Belén Viloria


Crisis ¿qué crisis?

25/09/2022

Recuerdo como el año pasado algunos suministros como el papel de imprenta escaseaban por los efectos pandémicos en el sector del transporte. Hoy se escucha en algunos bares que su proveedor de bebidas no le sirve agua porque no hay botellas, o en la droguería no pude comprar el jabón de manos líquido de toda la vida porque el fabricante no tiene envases.
En vez de mejorar la situación, este año hemos ido empeorando. Y por lo que nos llevan diciendo los expertos y los medios todo este tiempo, es sólo la punta del iceberg.
Productos que ya empiezan a escasear son alimentos básicos: desde trigo a lácteos, café, aceites vegetales, materiales de construcción, y materias primas y piezas para coches, ordenadores, TV o smartphones.
La pandemia, el cambio climático y el conflicto armado en Ucrania nos están avocando a una crisis sin precedentes mundial y también local, lo que está provocando el encarecimiento de todo tipo de productos coincidiendo con el máximo de inflación en los últimos 4 años.
El Secretario General de Naciones Unidad António Guterres, estos días en la 77 Asamblea de Naciones Unidas afirmó que estamos «estancados en una colosal disfunción global» que «no estamos listos o dispuestos a combatir los desafíos que amenazan el futuro de la humanidad y del planeta» y que «nuestro mundo está en peligro y paralizado».
Hace un par de meses se publicaba el índice AROPE (por sus siglas en inglés, At Risk of Poverty or Social Exclusion, es decir, población en riesgo de pobreza o exclusión) contemplando para ello la población que se encuentra en riesgo de pobreza con carencias materiales o con baja intensidad en el empleo.
En España este índice durante el 2021 ha crecido hasta el 27,8%, y en Castilla y León ha crecido 3 puntos hasta el 23%. Hoy ya uno de cada cuatro castellano y leoneses no puede permitirse salir una semana de vacaciones o hacer frente a pagos imprevistos, un 9% ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal como hipoteca, alquiler, recibos de gas y electricidad, un 9% sufre pobreza energética no pudiendo mantener la vivienda con una temperatura adecuada, al 6,5% no pueden disponer de un ordenador personal, y el 4% no tiene coche porque no puede mantenerlo.
Estos datos, los últimos disponibles, son además anteriores al conflicto en Ucrania. La situación hoy, por tanto, es aún más crítica y lo estamos notando claramente en el día a día, con una crisis alimentaria mundial sin precedentes que está afectando no sólo a África sino a todos los países, incluido el nuestro. Si a esto le sumamos la creciente incertidumbre sobre la resolución de este conflicto que, como estamos escuchando en los últimos días, vuelve a asomar el fantasma de una guerra nuclear, es indiscutible que estamos viviendo de nuevo en muy poco tiempo momentos muy delicados.
La realidad es que las personas y familias vulnerables, tras estos tres años, hoy lo son mucho más. Personas que viven solas, y jóvenes desesperanzados, son los que están sufriendo las consecuencias de las nuevas y variadas circunstancias que hoy se están dando. 
En los últimos meses, sí se habla de crisis, de inflación y de posible escasez, y no creo que el pesimismo sea bueno, pero sí la necesidad de conocer la realidad, ser conscientes de que la escasez ya está aquí, y no es local, sino global. 
Como en la canción de Supertramp 'Crisis. What crisis?' Si no queremos ver lo que tenemos delante, corremos el riesgo de pasar de meses de despreocupación a encontrarnos con una cruda realidad que nos supere y no sepamos afrontar. 
Hoy más que nunca, es necesario preocuparse y ocuparse para tomar medidas urgentes en el corto plazo y prevenir ante lo que venga. Tenemos herramientas más que suficientes para saber qué y cómo. Sólo queda querer utilizarlas y actuar en consecuencia.