Gómez del Barco, destacado aviador

Jesús Anta
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Gómez del Barco, destacado aviador - Foto: Archivo Municipal

Las semblanzas más académicas del aviador José María Gómez del Barco abundan en sus méritos y distinciones militares obtenidas en la Guerra en Marruecos. Mas, detrás de su corta vida (1901-1936) y su trágica muerte, hay un personaje representativo de una época y una clase social. La historia de una vida y una familia que tuvo un interesante recorrido.

Pocas personas como él vivieron la naciente aviación con tanta pasión, producto de un espíritu aventurero y deportista, pues la aviación a principios del XX se consideraba, básicamente, un deporte. José María formaba parte de una saga familiar que inició su tío Leopoldo Gómez Sigler, y que vio en los aviones una novedad que incorporar a sus entretenimientos.

Practicó desde la adolescencia toda clase de deportes: con trece años ganó el segundo premio de tiro en las Ferias de septiembre en la que participaban 24 jóvenes 'Exploradores de España'. Y en septiembre de 1919 participó en el campeonato regional de ciclismo organizado por la Unión Deportiva Castellana.

Gómez del Barco, destacado aviadorGómez del Barco, destacado aviador

Nació en Valladolid, hijo de un abogado, y nieto de quienes en 1861 abrieron el café del Norte, el decano de la hostelería vallisoletana. Hizo el bachillerato en el colegio de San José y cursó un año de la carrera de Medicina pero la abandonó para aprender el oficio de mecánico. Luego se presentó voluntario para el Servicio de Ingenieros de Aviación y a finales de 1922 fue destinado a las escuadrillas de África donde alcanzó el grado de cabo. Al año siguiente se formó como piloto militar, cuyo título lo obtuvo en mayo de 1924.

La sociedad vallisoletana de las primeras décadas del siglo XX seguía con la máxima expectación las noticias de la Guerra de Marruecos o Guerra del Rif, sobre todo después del desastre de Annual, en julio de 1921, que hizo que se enviaran a Marruecos los regimientos de caballería ligera Alcántara y Farnesio, de Valladolid. Así que cualquier noticia eran comentados por la prensa y la población. Por eso, la ciudad celebró las noticias que llegaron desde África: el 21 de agosto de 1924 el piloto Gómez del Barco había llevado a cabo una heroica misión. Con su avión tenía que proteger a una escuadrilla aérea que debía abastecer a una exhausta tropa aislada en la posición de Solano. El objetivo pudo cumplirse porque Gómez del Barco, a pesar de que fue alcanzado por varios proyectiles cerca del ojo izquierdo y el hombro derecho, siguió su misión de protección hasta que esta se completó con éxito. Cuando los aviones implicados tomaron tierra, Gómez del Barco estaba prácticamente inconsciente y desangrado. Por aquello le concedieron la Cruz Laureada de San Fernando en octubre de 1925. Cabe imaginarse cómo le agasajaron las autoridades vallisoletanas cuando el laureado vino a la ciudad el 6 de diciembre de aquel año. Pero es que para esa fecha, Gómez del Barco ya tenía también la cruz de plata del Mérito Naval por operaciones militares llevadas a cabo entre agosto de 1924 y octubre de 1925, especialmente en el famoso desembarco de Alhucemas. Y en 1926 se le recompensó con la Cruz de María Cristina.

Aunque su base de operaciones no estaba en Valladolid, Gómez del Barco venía con frecuencia a la ciudad. Aterrizaba en el campo de aviación de San Isidro, lo que le convertía en un foco de atracción para sus conciudadanos, realizaba algunas acrobacias y paseaba por el cielo al alcalde.

El final de su vida no pudo ser más trágico: tras la sublevación de África contra el Gobierno, se negó a incorporarse a su destino en el ejército de la República, y el 18 de septiembre de 1936 fue secuestrado de su domicilio en Madrid, y su cuerpo fue hallado en la carretera de Aravaca. El cronista deportivo José Miguel Ortega relata que la muerte de Gómez del Barco solo se supo en Valladolid tres años después de su fallecimiento.

Acróbata aéreo

Son unas cuantas las anécdotas que protagonizó Gómez del Barco, en solitario o con alguno de sus amigos, entre los que estaban otros grandes aficionados a la aviación: Pombo, los hermanos Cuesta y los Carrión. El 27 de agosto de 1931, un paquete de periódicos cayó desde el cielo de Valladolid. Se trataba de diarios de Londres y París arrojados desde el avión que pilotaban Gómez del Barco y su amigo José María de la Cuesta, para demostrar que en apenas tres días habían pasado por aquellas dos ciudades. La biografía publicada por Emilio Herrera Alonso en el Real Academia de la Historia, da noticias de qué en 1932, con una avioneta de su propiedad, recorrió las principales ciudades de América del Norte para visitar aeródromos y fábricas de aviones y material aéreo. Y en 1935 realizó un raid Madrid-Bengasi-El Cairo y regreso. Mas, si hay una demostración de la pericia acrobática que le hizo popular en Valladolid, es la que realizó la mañana del 30 de mayo de 1926: con su avioneta Havillan sorprendió al público al pasar en vuelo rasante por debajo el puente Colgante sin rozar siquiera el agua. Una plaza a caballo de los barrios Belén y Pilarica lleva su nombre.