Derrota inapelable del Real Valladolid en su visita al Camp Nou. Derrota contundente, aun más en la imagen que en el marcador, donde la cosa quedó solo en un 4-0 cuando durante muchos minutos apestó a goleada. Derrota que debe servir para que Ronaldo y Fran Sánchez echen el resto en estos últimos días de mercado, porque faltan centímetros, falta físico y faltan jugadores con más minutos en Primera.
Fue un gran Barça pero sobre todo fue un Pucela muy pobre. Timorato y pudoroso, como el invitado que no quiere molestar, ese que, prudente, se sienta en el extremo del sofá y no pide ni un vaso de agua. Así se mostró el equipo de Pacheta en su visita al equipo de las 'palancas', que aprovechó la ocasión para hacer debutar a Koundé y para poner en escena todo su arsenal.
Dembelé fue el líder del ataque local, jugando por derecha y por izquierda, mientras que Lewandowski volvió a demostrar que es ese 'crack' mundial que ha llegado a LaLiga decidido a demostrar que lo suyo no solo vale en la Bundesliga. Él solo ganó la partida a Javi Sánchez y Joaquín en el primer gol, para hacer bueno un mal centro de Raphinha. En el tercero tiró un tacón para dar una asistencia dentro del área pequeño y la mala suerte volvió a abrazar a Joaquín, al que le golpeó el balón, desviándolo directamente a las mallas de un lento Masip (que recuperó la titularidad por la lesión de Asenjo). También Lewandowski fue clave en el cuarto, con un disparo al larguero cuyo rechace caía a los pies de Sergi Roberto para marcar a placer.
FC Barcelona - Real Valladolid. - Foto: EFEAntes, en el primer tiempo, había sido Pedri el que se había aprovechado de la pasividad de la defensa blanquivioleta para dar un pase a la red desde la frontal, tras recibir absolutamente solo una asistencia de Dembelé.
Quizá fue la jugada que empujó a Pacheta a reformar su centro del campo, ya en el descanso. Aguado y Monchu, ambos muy blanditos, se quedaron en la caseta y salieron Roque Mesa y Plano, dos veteranos a los que pareció pesarles menos el escenario que a muchos de sus compañeros. Ellos, junto a Sergio León, Anuar y Kike, fueron de lo poco salvable de un timorato Pucela que debe quitarse ya los complejos de equipo recién ascendido e inexperto, y empezar a ganar.
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