Cascajares renace en Valladolid

Óscar Fraile
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La empresa empieza a levantar el vuelo tras el incendio y ya elabora algunos productos en un obrador de La Cistérniga, mientras que el trabajo administrativo se hace en unas oficinas de Villanubla

Operarios de Cascajares en la nueva línea de producción de La Cistérniga. - Foto: Jonathan Tajes

Eran las tres de la mañana cuando el teléfono móvil de María Calzada recibió el primer mensaje. A esas horas, la intuición y el sentido común no hacen presagiar nada bueno. «Ha habido un incendio en la fábrica, hoy no se trabaja». Esta empleada de Cascajares despertó de golpe con las palabras de su encargado, Javier Arranz. «Será cosa de poco», pensó. Pero no. Para nada. Unos minutos más tarde logró hablar con una compañera de Dueñas (Palencia) que se había acercado a la fábrica para comprobar en primera persona la magnitud del siniestro. «Fue ella la que me dijo que se había quemado todo», dice. María no se lo pensó, cogió el coche, se fue para la que ha sido su casa (laboral) en los últimos 17 años y vio con sus propios ojos cómo el fuego lo había arrasado todo.

Ese mismo día, el 26 de enero, Cascajares hizo público un comunicado: «Desde hoy empezamos a trabajar». Y el tiempo ha demostrado que no era una forma de hablar. Literal. Cuando María estaba viendo lo poco que quedaba en pie de 'su' empresa, no podía ni imaginar que dos semanas después estaría otra vez con la bata puesta en una línea de producción. La empresa palentina ha acelerado todos los trámites, con la ayuda de la Administración, para retomar su actividad productiva en una nave de la calle Chopo, en el polígono de La Mora de La Cistérniga.

María forma parte del escaso grupo de operarios que trabaja allí, porque el nivel de producción que Cascajares puede hacer hasta ahora es muy limitado. Son solo siete personas en el turno de mañana y otras dos en el de tarde que se encargan de labores de limpieza y de dejarlo todo a punto para cuando se reanude la actividad al día siguiente.

Colocación del nuevo cartel de Cascajares en la nave de la calle Chopo, en La Cistérniga.Colocación del nuevo cartel de Cascajares en la nave de la calle Chopo, en La Cistérniga. - Foto: Jonathan TajesMientras se turnan en los repetitivos trabajos para elaborar palitos rellenos de morcilla y manzana, cinco operarios de Cascajares comentan cómo ha sido este drástico cambio. «Ahora tenemos que hacer más kilómetros para venir a trabajar, pero estamos contentas», dice una de ellas. «Cuando nos llamó nuestro encargado y nos dijo que éramos las cinco primeras en volver a trabajar... súper contentas», dice otra, que también muestra ese orgullo de pertenencia a una de las empresas agroalimentarias más icónicas de Castilla yLeón. «Esta es mi casa, y tenemos que remar todos en la misma dirección», dice rotunda María, quien se afana en rellenar los palitos de morcilla como el que pone los primeros ladrillos de una vivienda que se acaba de caer.

De algún modo, volver al 'tajo' también supone para ellas disipar los miedos y las dudas del futuro laboral que las esperaba cuando se consumó el incendio. Javier, el encargado de la línea, destaca la rapidez con la que Cascajares se está levantando. «Todavía queda mucho, pero ya se ve la luz», dice.

La 'emigración' forzada que ha hecho Cascajares desde Palencia a Valladolid se completa con las oficinas que la empresa está utilizando en Villanubla. No son propias ni ha tenido que alquilarlas. Son instalaciones de uno de sus proveedores, Frigoríficos Fernández Centeno, cedidas de forma completamente desinteresada.

Porque la historia del incendio de Cascajares también es una historia de solidaridad. Todas las administraciones se han apresurado a tender la mano a la empresa palentina, pero el abrazo colectivo no se queda ahí. Fuentes de la compañía reconocen que muchos particulares y empresas se han puesto a su disposición «para lo que haga falta». Por ejemplo, el martes de esta semana Cascajares cambio la cartelería de su nueva nave para poner paneles que, de forma desinteresada, ha fabricado la empresa Fluince.

El trabajo que se hace en Villanubla no es menos intenso. Desde allí, Simón de Francisco gestiona la comunicación de la empresa, y Laura Negro y Óscar Ruipérez hacen el trabajo de contabilidad y exportación. En la planta baja, Pablo Olea coloca los pocos palés de producto que todavía tiene la empresa para enviar.

Empezar de cero

El incendio ha obligado a empezar casi de cero, pero eso no asusta al presidente de la compañía, Alfonso Jiménez, quien ya tiene la vista fijada en el futuro. «Ya estamos fabricando algo en La Cistérniga, pero el mes de marzo va a marcar el punto de inflexión para elaborar los productos más conocidos», dice el directivo, quien también es capaz de ver el lado positivo hasta en una desgracia como esta: «estábamos ampliando para crecer en Dueñas, y eso requería meter unas máquinas nuevas que pedimos el pasado mes de junio y que venían de camino a España... afortunadamente no habían llegado antes del incendio». La entrega se hará en La Cistérniga para dar un importante empujón en el proceso de recuperación.

El tiempo apremia porque «los clientes quieren comprar lo antes posible». Y por eso en Cascajares ahora se trabajan las 24 horas de los siete días de la semana. «Van las cosas muy bien para el poco tiempo que ha pasado, y nosotros calculamos que en abril ya tendremos todos los productos a la venta», dice el presidente.

Todo ello, sin dejar de mirar a Dueñas, porque allí el comienzo de las obras de la nueva fábrica, que se situará en una parcela adyacente a la que ocupaba antes, es «inminente». Si se cumple el calendario que Cascajares ha marcado, a finales del verano estará terminada y la empresa podrá llegar con toda su capacidad de producción a la campaña de Navidad, la más importante del año a nivel de facturación. «No será una fábrica con almacenes ni oficinas, pero nuestra obsesión, que es el núcleo productivo, creo que podrá estar», añade. Y eso es lo que están trasladando a los proveedores, ávidos de información sobre el futuro más inmediato de Cascajares. También se trabaja en estas fechas con Reale, la compañía aseguradora de la fábrica.

La plantilla

La empresa palentina da trabajo a unas cien personas entre empleos directos e indirectos, aunque la plantilla propia está formada por 58 empleados. El incendio obligó a aplicar un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) del que ya ha salido más de la mitad de la plantilla. «Y queremos sacar al mayor número posible de gente en el menor espacio de tiempo», sostiene Jiménez.

Lo que tiene claro el presidente de Cascajares es que todos se han sentido más que arropados en estas semanas. «Es un momento de dejarse ayudar, como hemos hecho nosotros siempre con los demás... y ahora todo el mundo nos lo está devolviendo de una forma tremendamente generosa», finaliza.