Una fórmula sencilla y exitosa

M.B.
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Una fórmula sencilla y exitosa - Foto: Jonathan Tajes

La fórmula es sencilla. Y triunfa. Pollo, patatas y pimientos del padrón. «Nuestro éxito radica en productos frescos y de calidad... y en el trato. No buscamos nada más que la gente salga contenta», señalan al unísono David y Charly o, mejor dicho, David Ricote y Carlos García. Hace siete años las circunstancias económicas, «la crisis» dicen ellos, les juntó, aunque ya se conocían de muchos años atrás. Y, junto a un tercer socio, abrieron el Corral del Rosarillo, situado en la plaza del mismo nombre y con un encabezamiento que ya sonaba en la ciudad. 

En unas semanas cumplen años, esos siete, y lo van a celebrar por todo lo alto, abriendo un nuevo local en la calle Comedias: «Del mismo estilo, con la misma carta aunque solo con mesas altas... por el momento». 

El Rincón del Rosarillo se ha abierto un hueco dentro de la ruta gastronómica de la ciudad gracias a esa sencilla fórmula y «a nuestra gente, que tira del carro. Se trabaja mucho y sin la ayuda de la gran familia de esta casa sería imposible, con especial mención a la cocina, con personas con mucho sacrificio». 

Pero volvamos a la fórmula y a sus orígenes. «Nos juntamos en un momento de bache económico. Tenía un restaurante y Charly me rescató», recuerda David. «Y bendita combinación», aseguran los dos. Encontraron pronto el local, de dos plantas y para unos 40 comensales. Y pusieron en la carta cosas sencillas, de calidad y que, en algunos casos, ya trabajaba David en un anterior negocio. Porque él si procedía de la hostelería, aunque Carlos no. De ahí lo de bendita combinación de la que hablan ambos.

«La base de la carta era algo que ya venía trabajando de antes. Pero aquí hemos combinado ese buen producto con una buena gestión... y que el local está en un buen sitio», señalan; aunque hoy algunos aún les recuerdan que en su actual ubicación hubo varios intentos de negocios hosteleros sin éxito.

Con once personas trabajando en el Corral del Rosarillo, la carta de este establecimiento es corta, con sus ensaladas, sus provolones o su cecina con queso, aunque lo que ha triunfado es el pollo con patatas y pimientos del padrón. «Es algo que no hace nadie, es un producto único», confirman poniendo el punto en otros locales que han triunfado desde la misma sencillez, con sus croquetas, su sepia o su chipirón.

«Para nosotros es algo fantástico porque no tiramos nada. Compramos el pollo a diario, la fruta y la verdura casi también», concretan asegurando que pueden ‘gastar’ toneladas de pollo al año: «Es complicado decir a la semana o al mes». Eso sí, lo compran ya troceado. Porque otro de sus éxitos es la presentación, en un mismo plato, el pollo en pequeños trozos, las patatas recién hechas y los pimientos -que ya se sabe, unos pican y otros no-. Trabajan más del 80% con los mismos proveedores de hace siete años, lo que les permite calcular ya a la perfección lo que van a necesitar cada día: «El pollo es un producto que pronto se pone malo y aquí siempre lo garantizamos fresco, que cuando lo coma el comensal lo note así». Además, desde hace unos años ofertan pinchos de tortilla en sus vermús con un gran éxito.

Abren todos los días menos los lunes (y los domingos por la noche) para comidas y cenas; y, aunque algunos amigos les bromean con los nombres de los ‘pollitos’ o ‘los reyes del pollo frito’, ellos se quedan con un básico: «Hacer feliz a la gente». Y en ello andan, desde su Corral, con un logo que deja bien a las claras lo que uno se va a encontrar y con ese sencillez en los platos que es garantía de éxito.