El Itacyl ensaya con 22 variedades de trigo

SPC
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El uso de la semilla certificada en España ronda el 40%, algo inferior en Castilla y León, y se acerca a los porcentajes de países vecinos

El Itacyl ensaya con 22 variedades de trigo - Foto: Ical

El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) desarrolla ensayos con 22 variedades de trigo que pretenden mejorar la calidad de la semilla y analizar su adaptación al cambio climático como clave del futuro agronómico. Así se extrae del protocolo de colaboración firmado con la Sociedad de Gestión de Licencias Vegetales (Geslive) para determinar el comportamiento de diferentes variedades de trigos harineros de distintas épocas, desde ecotipos (utilizadas a principios del siglo XX), variedades de los años 50 y 60 del siglo XX, de los años 90 y principios del siglo XXI y otras actuales. Se trata de poder ver la evolución de la mejora genética, tanto a nivel de rendimientos, resistencia a enfermedades, altura de plantas, encamados, ahijamiento, etc.

El acuerdo, suscrito en la Finca de Zamadueñas por el viceconsejero de Desarrollo Rural y director general del Instituto Tecnológico Agrario, Jorge Llorente, y el director general de Anove, Antonio Villarroel, como responsable de Geslive, ha permitido realizar ensayos con 22 variedades diferentes y realizar cuatro repeticiones. La dimensión total del ensayo es de 1.200 metros cuadrados, repartido en unidades experimentales de doce metros cuadrados. “Los resultados de los ensayos aportan datos clave para mejorar en la producción competitiva, sostenible y de calidad del trigo en Castilla y León. La genética y la biodiversidad son dos herramientas fundamentales que permitirán incrementar en el futuro los rendimientos y la rusticidad de los cultivos para su adaptación al cambio climático”, incidió Llorente.

El Itacyl desarrolla 170 ensayos en más de 90 ubicaciones de la Comunidad, donde se verifica de forma práctica el potencial de la mejora genética de diferentes cultivos. Es una línea estratégica del modelo de investigación e innovación que “apuesta por la transferencia de los resultados a los agricultores de forma rápida y demostrativa”. En resumen, dijo, el objetivo es la transferencia al agricultor para mejorar los rendimientos y transferir tecnología.

Por su parte, Antonio Villarroel aseguró que esta colaboración “evidencia y refuerza la importancia estratégica que tiene la obtención vegetal ante los retos que afronta la sociedad”, entre los que citó el cambio climático o la estrategia europea ‘De la Granja a la Mesa’, como “herramienta fundamental para asegurar la sostenibilidad y la rentabilidad futuras de la agricultura, particularmente en una Comunidad como Castilla y León”.

Villarroel señaló que los dos principales objetivos son mejorar la información al agricultor y que ello le suponga mejora de los rendimientos. “Hay que tener en cuenta que la población mundial aumentará un 50 por ciento y las regiones agrarias tienen que alimentarla”, vaticinó. A ello sumó que somos la primera generación de la Humanidad que “ha descubierto que el planeta tiene limitaciones”. Por ello, se apuesta por la semilla certificada, que ahora ronda el 40 por ciento en España, algo inferior en Castilla y León. “Nos acercamos a las cifras de países vecinos, como Francia; hemos multiplicado por cuatro la producción de nuestros abuelos, con variedades que ofrecían unos mil kilos la hectárea y ahora están en 4.000 e incluso 8.000”, sostuvo. 

A su juicio, la agricultura son “pieza fundamental” en la sociedad y explicó que el año que ha transcurrido de pandemia “ha permitido aprovechar las oportunidades del sector”.

En la firma también estuvieron presentes el director general de Unión Regional de Cooperativas Agrarias (Urcacyl), Jerónimo Lozano, quien destacó que la institución siempre contribuye y fomenta el uso de la semilla certificada, porque “ayuda a ahorrar costes y mejorar rendimientos”. En este sentido, subrayó el papel de los técnicos de las cooperativas sobre el terreno. También asistió Domiciano Pastor, en representación de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), que apoya el protocolo desde el punto de vista de la puesta en valor de la ciencia al servicio del sector primario y “no de la creencia”. “Sin esta evolución tendríamos difícil mantener las producciones. Los agricultores somos los que más conservamos el territorio y la biodiversidad”, expuso Pastor, quien reprochó a organizaciones ecologistas que acusan a los agricultores y ganaderos de “dañar el territorio” cuando son los principales conservadores.

Desarrollo de los ensayos

Jorge Llorente explicó que las prácticas que se realizan en el marco del convenio incluyen labores preparatorias del terreno, tratamientos fitosanitarios, siembra del ensayo, su seguimiento, realización de jornadas, cosecha, análisis de calidad de las harinas, observación estadística de los resultados y publicación y difusión de los datos. También se analizarán otros aspectos como resistencia a enfermedades, encamados, precocidad, etc.

El valor añadido de estos ensayos se encuentra en mostrar el comportamiento de variedades que casi son míticas en Castilla y León, más rústicas, que se han obtenido desarrollando las técnicas de mejora más modernas. “Es una comparativa entre rusticidad y modernidad y tratar de ver la importancia de la mejora genética”, sostuvo Llorente.

La novedad está en que la mayoría de los ensayos se realizan para mostrar el comportamiento de las nuevas variedades que aparecen en el mercado, mientras que trata de comparar variedades de distintas épocas, algunas muy lejanas en el tiempo. Permitirá ver qué pueden aportar las variedades más antiguas, su rusticidad, si resisten mejor a algunas enfermedades y, si hubiera habido sequía, su comparación con las variedades actuales.

Para el sector lo más importante, explicó, es que “pueda visualizar el desarrollo genético de las nuevas variedades y la importancia de la mejora genética realizada por las empresas de semillas y los centros oficiales de investigación, sin perder de vista la importancia de la biodiversidad y la necesidad de conservar el material genético que aportan las variedades más antiguas”.

Futuro

Los resultados que se esperan se relacionan con una superioridad de rendimientos de las variedades registradas últimamente, respecto a las más antiguas, así como más resistencia a enfermedades, pero es necesario esperar para ver la importancia de la rusticidad, especialmente en resistencia a sequía. 

No hay que olvidar tampoco la relevancia de la comparativa del análisis de la calidad harino-panadera de las diferentes variedades y determinar las características de rusticidad que los nuevos mercados parecen demandar.

El protocolo está suscrito entre el Itacyl y Geslive, empresa filial de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove), que presta servicios profesionales de gestión, inspección, asistencia técnica, consultoría y asesoramiento y defensa a los obtentores y titulares de derechos de propiedad industrial sobre variedades vegetales. Desarrolla su actividad de forma neutral e independiente, sin ánimo de lucro para sí misma, y en interés exclusivo de sus socios y clientes, compatibilizando un control riguroso y adecuado con la más estricta confidencialidad.