¡Llegó la televisión!

Jesús Anta
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¡Llegó la televisión!

Agosto de 1959: la televisión comenzó a verse en Valladolid de forma regular y continua. Hasta entonces, desde del 18 de julio solo en algunos establecimientos se podían ver programas de muy reducido tiempo, con carácter de prueba. Aquello fue posible gracias a que concluyó la instalación de la antena de reemisión de Navacerrada, a 2.260 metros de altitud. Una antena que daba servicio a las dos Castillas.

Fue una auténtica revolución. Desde hacía un tiempo algunas tiendas vendían televisores, y los principales cafés de Valladolid ya habían instalado televisores en espera de que comenzaran a verse los programas. Sin duda, los hosteleros intuyeron que aquello era una modernidad que la clientela agradecería. Habían transcurrido tres años desde que TVE emitiera su primer programa el 28 de octubre de 1956 solo para Madrid.

«La televisión ha llegado a Valladolid y es un vecino más», escribió el añorado periodista Rafael González Yáñez en el Diario Regional, pues, sin ninguna duda, el nuevo artefacto se fue colando en los hogares y cafés de la ciudad como uno más de la familia, y al nuevo familiar se le llamó 'la tele'.

Los tejados de los edificios comenzaban a poblarse con las complicadas antenas, que parecían raspas de sardinas y que convertían en imágenes las vibraciones de las ondas que venían desde la estación repetidora instalada en la Bola del Mundo en el puerto de Navacerrada,  pero la señal no llegaba con la misma nitidez a todos los aparatos debido a las antenas. Es decir, si estaban más o menos altas respecto a los edificios de alrededor. 

La televisión se convirtió en un asunto de interés público, así que el alcalde de Valladolid, José Luís Rodríguez Semprún, anunció que se pondrían en marcha 'teleclubs' para que las personas con menor poder adquisitivo también pudieran ver la televisión.

La televisión se vislumbraba como un aglutinante de la familia. Lo que haría que padres e hijos prescindirían de salir de casa y se quedaran en el hogar 'horas y horas sentados ante el receptor'.

En los bares y cafés la televisión también introdujo cambios notables, de tal manera que a los pocos días de emisión ya se advertía que la charla entre los parroquianos del Norte, del Ideal Nacional o del Salón Ideal bajaba de tono cuando en la pantalla salía algo de interés, como por ejemplo las predicciones meteorológicas de Mariano Medina, el primer 'hombre del tiempo' televisivo.

Las estimaciones de la época indicaban que a finales de 1959 habría medio millar de aparatos en Valladolid y, desde luego, tal como ha ocurrido en otros países, con el tiempo la televisión se extendería como una mancha de aceite por toda la población.

Los comercios de electrodomésticos montaban televisiones encendidas en sus escaparates como una forma de anunciar la venta de aparatos y, además, generaron un novedoso marketing al atraer al público durante los minutos que se paraba para ver un partido de fútbol o una corrida de toros. Los televisores eran muy caros para la época: rondaban, según modelos, claro, las 20.000 pesetas (más o menos, el equivalente a dos años de salario mínimo interprofesional) pero, eso sí, se podían pagar en cómodos plazos. Además, los aparatos de televisión se convirtieron en preciado premio en rifas y concursos.

Mucho fue cambiando la programación con el paso del tiempo (que en sus inicios solo se emitía por la tarde), pero la que nunca ha cambiado desde el primer día es la emisión del 'Telediario' y la 'información meteorológica'. Y, desde luego, al cierre, a las 12 de la noche, tras el 'Buenas noches', no faltaban las palabras de 'Lo que Cristo nos dijo'.

La fotografía corresponde al Diario Regional del día 8 de agosto de 1959.