Belén Viloria

TITULARES DEL FUTURO

Belén Viloria


Lavanda. Sí, gracias

21/08/2022

Conocida como el oro azul, y con un nombre que deriva del latín "lavar", los egipcios y griegos ya la utilizaban para perfumes, los romanos en sus baños, y a lo largo de la historia se ha sumado a la medicina natural, a la aromaterapia e incluso a las cocinas. Originaria de Francia, España, Inglaterra y la antigua Unión Soviética.
Una fuente de riqueza inigualable en todos los aspectos que ha transformado regiones, industrias enteras y comunidades, y sí, la tenemos también en Castilla y León, en la provincia de Valladolid desde el 2006, y sí está creando riqueza de manera creciente año tras año.  Pero parece que ahora corre cierto riesgo en el contexto del "Pacto Verde" de la Unión Europea ante el posible debate sobre si los aceites esenciales de las plantas aromáticas son o no considerados productos químicos al contener Linalool, un componente presente de manera natural en más de 200 especies de plantas, lo que conllevaría su comercialización dentro de la industria química, y por lo tanto perderían los importantísimos beneficios económicos de los cultivos ecológicos dentro de los planes 2023-2027 de la Unión Europea.
En Valladolid, el proyecto pionero lo tenemos en Tiedra, de la mano de Antonio Fonseca, y su familia, que con Aromáticas del Duero y su marca "Tiedra de Lavanda", además de la primera destilería de lavanda de la región, han creado el primer centro de interpretación de la lavanda de España, proyectos premiados en numerosas ocasiones. A la familia Fonseca tuve la suerte de conocerlos hace unos años gracias al agricultor Jesús Posadas, que, sabiendo de mi interés por la innovación y el impacto social, me llevó a descubrir lo que había sido capaz de crear alguien en las tierras pedregosas y calcáreas de nuestra zona. Me fascinó. 
El paisaje amarrillo de nuestra maravillosa tierra de campos se mezclaba a partes iguales con el magnético color de la lavanda, un sinfín de campos en plena actividad con una maquinaria sencilla pero eficiente al máximo, la combinación con productores locales para crear productos nuevos, recuperación de biodiversidad, creación y fomento de empleo local. En definitiva, vida y futuro.
He observado como, año tras año, los medios y las redes sociales se han ido llenando de fotos de la zona. Este año me ha llamado la atención la cantidad de gente joven que ha cubierto su Instagram de color lavanda. Estoy segura de que además de una bonita e impactante foto, están descubriendo que la lavanda ha traído riqueza y sobre todo esperanza para ellos. 
Desde el inicio de la pandemia, la salud mental de los niños y adolescentes en España se ha deteriorado. Antes de la pandemia ya se estimaba que en torno al 10% de los niños y 20% de los adolescentes sufría trastornos mentales. En la actualidad, los adolescentes presentan más ansiedad, síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas. Y a esta situación, hoy hay que sumar algo nada desdeñable que se ha acentuado en ellos, y es que más de la mitad de los niños y jóvenes menores de 25 años ya sufren emociones negativas con respecto a la crisis climática.
Es lo que hoy se ha denominado "ecoansiedad", que reconozco que la primera vez que lo oí pensé que era una broma, hasta que investigué un poco más sobre ello descubriendo el término "doomers" para los jóvenes pesimistas que creen que nunca revertiremos el efecto del cambio climático, que ninguna acción puede salvarnos de un destino fatal y han tirado la toalla.
Según la única investigación realizada a escala mundial sobre este tema, publicada por The Lancet, la mayoría siente miedo, tristeza, ansiedad, enfado, impotencia, indefensión y culpabilidad, y más del 45% de ellos asegura que esos sentimientos afectan negativamente a su vida diaria, fruto de las continuas malas noticias relacionadas con el cambio climático, la pasividad de los políticos y la sensación de impotencia, más la de sentirse incomprendidos al hablar de ello. 
Ante este panorama, hagamos lo posible y esperemos que todos los que tengan representatividad en poderes públicos y privados, locales y globales, logren mantener el concepto de la lavanda en el epígrafe de producto natural y cultivo ecológico para que siga pudiendo ser un revitalizante de nuestra tierra, y sobre todo una esperanza tangible para todos los jóvenes, que buena falta les hace.