Una muerte, dos hipótesis

A.G.M.
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Los investigadores trabajan sobre dos tesis, la del homicidio y la del atropello, en el caso de Esther López. La autopsia hace compatibles ambos finales, aunque sigue generando dudas la posibilidad de que la víctima se pasase en una cuneta 24 días

Localizado el cuerpo de la mujer desaparecida en Traspinedo (Valladolid), Esther López, junto a la carretera de acceso al municipio - Foto: Leticia Pérez ICAL

Esther desaparece durante la madrugada del miércoles 12 al jueves 13 de enero; hace un mes. La mujer de 35 años había quedado con unos amigos en un bar de Traspinedo para ver por la tele el Barcelona-Real Madrid de las semifinales de la Supercopa de España. El encuentro acaba, pero tres de ellos deciden continuar unas horas más por ahí. Esther se va con Carlos y Óscar en el coche de este último, un extremo en el que coinciden ambos, pero hay unas horas de vacío en las que no está muy claro si van a otro bar, si van juntos a otra zona del pueblo o qué es lo que hacen; la sensación, dicen, es de un relato plagado de medias verdades, quizá con el fin de ocultar lo que hicieron. 

Lo único que parece estar claro de aquella noche es que Carlos, en un momento dado, se baja de ese vehículo y se va a su casa, mientras que los dos otros dos continúan la marcha. Óscar afirma que es sobre las dos y media de la madrugada cuando Esther se apea de su coche, aunque ha aportado diferentes versiones, la de que discutieron, la de que simplemente se bajó para seguir de fiesta con otra persona y la de que dijo que se iba a ir a casa de Carlos. 

Inmediaciones del cruce de 'La Maña', cerca de la carretera N-122. Es ahí donde se pierde el rastro de la chica, su teléfono se desconecta sobre las 2.30 y en esa zona, pero nadie la ha visto ni hay cámaras que ayuden a saber hacia dónde fue.

NO ERA LA PRIMERA VEZ

El paradero de la mujer de 35 años es una incógnita, pero la familia no lo denuncia hasta el fin de semana porque no era la primera vez que faltaba unos días en casa. Aunque no tantos.

La búsqueda se activa pronto. Las batidas vecinales dan paso a la primera detención, la noche del 22 de enero. Son los propios amigos de Esther, con los que estuvo esa última noche, los que ponen sobre la mesa el nombre de Ramón G. Afirma que les dijo que él habló con Esther el día 16. Conocido como el 'Manitas', vive solo en la zona de la desaparición, tiene antecedentes y los vecinos le acusan de trapichear con droga; parece el sospechoso ideal.

La Guardia Civil le detiene, pero no tiene clara su implicación. Los investigadores quieren llevarlo con discreción y esperar al avance de los interrogatorios y los registros para anunciar el arresto, pero se hace público apenas unas horas después. 'Manitas' no colabora, no declara y niega todo, si bien admite que conoce a Esther, que ha estado alguna vez en su casa, aunque no en las últimas semanas. Cuatro días de registros y seis de detención –la juez prorrogó 72 horas más el plazo de arresto legal– no sirvieron para nada. Ramón G. volvía a quedar en libertad y la investigación, en un punto muerto y cada vez más en el foco mediático nacional.

Cada jornada que pasa sin tener noticias de la mujer, la esperanza de que pueda estar viva se desvanece. La búsqueda de la Guardia Civil se centra en el río y los pozos, vuelve a convocarse una batida masiva... Y nada.

Hasta que de pronto, aparece el cadáver en una zona teóricamente visible por la que, supuestamente, no se han hecho batidas, pero por la que transitan decenas de coches y muchos caminantes; entre ellos, el que encontró el cuerpo, que jura que él pasa a diario y que no había nada las jornadas previas.

La tesis del homicidio irrumpe con fuerza. Los forenses confirman que el cadáver presenta lesiones internas en el tórax compatibles con una paliza... pero también con un accidente. En todo caso, una muerte «violenta»  que trató de ser ocultada por alguien que guardó el cuerpo de Esther López durante tres semanas y que sucumbió a la presión social de la búsqueda. Una o varias personas que intentaron acabar con el sufrimiento familiar dejando a Esther en una zona visible.

¿ATROPELLO?

La hipótesis del atropello se antoja rebuscada, pero no imposible. La aparición del cuerpo sin vida junto a una carretera y la ausencia de lesiones homicidas evidentes –no tenía ni fracturas graves, ni heridas de arma blanca o de fuego– invitan a la Guardia Civil a abrir una puerta que parecía cerrada. ¿Y si es cierto lo que cuenta su amigo Óscar y la chica decidió volverse andando al pueblo?

Si fue eso lo que hizo Esther, el paso por la zona del hallazgo es prácticamente obligado, pero no encajaría con el rango horario que marca su teléfono móvil, ya que tal como avanzaba hace unos días OK Diario, la última conexión se había producido a las 5.40 horas de esa madrugada del miércoles al jueves, es decir, entre dos y tres horas después de la anterior conexión, cuando, teóricamente, se bajó del coche de Óscar. ¿Puso rumbo a su casa, fue golpeada por un coche de manera fortuita, cayó al suelo en un estado de semi inconsciencia y un par de horas después trató de solicitar ayuda y por eso el móvil permaneció conectado a internet durante unos diez minutos?

La tesis es rebuscada, pero es la única que encajaría, salvo que la víctima hubiera parado antes en alguna casa –por allí vive el único detenido, el 'Manitas' y el amigo que se retiró antes, Carlos– y luego hubiera salido, a pie, rumbo hacia su domicilio del casco urbano de Traspinedo. En todo caso, la tesis del accidente implicaría que hubo algún conductor que la arrolló y se dio a la fuga, salvo que fuera algo tan leve que ni se enterase del golpe y siguiese la marcha como si nada, en el convencimiento de que había sido cualquier otro objeto.

Pero si fue un atropello, la duda es cómo puede ser que el cadáver no presentara ni una sola fractura, tal como suele ocurrir en este tipo de accidentes de tráfico; ni en las piernas, ni en la cadera... Dicen que esto es muy extraño, que podría ser que el golpe se concentrase en la zona abdominal derivase en ese shock hipovolémico que la acabó matando; y si ha sido solo eso, un simple golpe, no un atropello, puede que provocase una caída de la víctima hacia esa cuneta y el cuerpo quedase allí oculto a los ojos de viandantes, automovilistas y los centenares de personas que participaron en las cuatro batidas, incluidos drones y hasta perros especializados en la búsqueda de personas.

UNA HEMORRAGIA INTERNA

En el informe preliminar de autopsia se recogen diversos traumatismos internos en la zona abdominal y torácica que, tal como avanzaba El Confidencial, habían derivado en una hemorragia interna que luego provocó la muerte de la mujer de 35 años por shock hipovolémico. Y que podía deberse a una paliza, a una caída o un accidente.

Y un equipo de la Guardia Civil, especializado en la reconstrucción de accidentes de tráfico, acudió in situ al lugar para intentar sustentar o desechar la tesis del atropello y, en su caso, tratar de determinar qué tipo de vehículo –altura, peso...– pudo ser el responsable, así como la zona del mismo en la que podían estar los daños, toda vez que en el punto del hallazgo no había ni un solo resto de un accidente. Ahí se introduce también la ecuación de una posible reparación, para lo que se estarían investigando también talleres mecánicos.

Y lo que más rechinaría de esa teoría del atropello sería, sin duda, el hecho de que el cadáver hubiera estado allí 24 días. Apareció con la misma ropa que llevaba puesta el 12 de enero, con su bolso con todas sus pertenencias y los forenses que efectuaron la autopsia no fueron concluyentes sobre si podía haber estado allí tres semanas, aunque sí con el hecho de que no permaneció en un espacio protegido todo ese tiempo. ¿Homicidio o accidente? Una muerte, dos hipótesis.