"Halffter logró que la música en España diera un salto"

César Combarros (ICAL)
-

El cineasta valenciano Juan Vicente Chuliá estrena mañana lunes dentro de DOC. España el documental 'Halffter. 90 compases', que repasa la vida y el legado del compositor afincado en El Bierzo

El cineasta valenciano Juan Vicente Chuliá. - Foto: Juan Lázaro ICAL

La sala 10 de los Cines Broadway acoge mañana lunes, a las 22.15 horas, el estreno en España de 'Halffter, 90 compases', el nuevo documental del cineasta valenciano Juan Vicente Chuliá, que este año hace doblete en la 66 Semana Internacional de Cine de Valladolid, ya que también acaba de estrenar hoy mismo su cortometraje 'Frugal', ganador del Premio Seminci Factory en la pasada edición. Coordinador del Festival 'Coma' de Música Contemporánea de Madrid y de la Asociación Madrileña de Compositores, su nuevo largometraje, producido como el corto por la vallisoletana Es.Arte, profundiza en el recorrido vital y en el hondo legado que ha dejado el compositor y director de orquesta Cristóbal Halffter, afincado en El Bierzo desde los años 50 y fallecido el pasado mes de mayo.

90 años, 90 compases. ¿Qué marcó el compás de la vida de Cristóbal Halffter?

Él fue un hombre con muchos cambios rítmicos y tímbricos en su vida (sonríe), pero en ella hay un momento fundamental, que es cuando él y su mujer, Marita, deciden establecerse en Villafranca del Bierzo. Yo creo que él se encuentra a sí mismo en ese momento. Es algo muy sorprenderte, porque cuando deciden instalarse allí estaban viviendo en Berlín en un momento de absoluta vanguardia y de nuevas técnicas, así que fue un cambio radical. Él era un hombre muy metódico, que se levantaba cada día a trabajar a las cuatro de la mañana, y decía que ver amanecer en El Bierzo era para él un privilegio. Ese fue uno de sus elementos vitales más importantes, pero tiene muchísimos, porque propició una transformación en cómo se entiende y se percibe la música en España en la segunda mitad del siglo XX.

Él fue artífice de la introducción de los lenguajes musicales de vanguardia en España. ¿Fue esa su mayor contribución?

Ha tenido contribuciones a nivel musical en muchas líneas diferentes. Como bien dice su hijo Pedro en la película, él logró que en España la música diera un salto de veinte años repentinamente. No solo introdujo los lenguajes de vanguardia que se estaban desarrollando desde la Escuela de Darmstadt, con el pensamiento de Adorno; eso lo introduce al principio, pero luego también coquetea con la electroacústica y trabaja con diferentes lenguajes hasta que impone su sello personal. Luego está su tremenda aportación a nivel educativo; fue director del Real Conversatorio Superior de Música de Madrid, e intentó establecer nuevas formas de enseñanza y de pedagogía. En ese ámbito por ejemplo consiguió que en Ponferrada haya un conservatorio del cual han salido músicos que trabajan a nivel europeo, algo impensable en los años 70. Hizo una transformación a muchos niveles, y sobre todo fue un embajador de lo que era la modernidad y la contemporaneidad de la cultura española, y eso también hay que valorarlo por sí mismo, porque hubo mucha gente renovando la tradición musical en España, pero una figura tan fuerte, con tanta personalidad, con tanto reconocimiento internacional, era algo que también necesitábamos. 

Condensar todas esas facetas y aportaciones en una película tiene que ser complicado. ¿concibieron el documental como un homenaje o como un recorrido?

La película es un recorrido vital. Teníamos claro que estábamos ante una persona de noventa años, que todo lo que tenía que narrar o proponer estaba ya hecho, a pesar de que él siempre quería hablar de lo que estaba componiendo en ese momento. Era una persona que siempre miraba hacia adelante. Teníamos ya todo su recorrido histórico y queríamos ofrecer un recorrido biográfico prácticamente lineal, desde su infancia, donde él nos llevara de la mano y nos contara todo en primera persona. Luego el pasado mes de mayo falleció y eso me obligó a replantear el tono del documental, que se volvió más sombrío y crepuscular, al registrar su funeral e incluir declaraciones de amigos de Villafranca o de su hijo cinco días después del entierro. Esperamos haberle brindado un homenaje digno, que ofrece un recorrido a través de su vida contado por él mismo.

Recogen los testimonios de una docena de músicos, especialistas y allegados. ¿Qué Cristóbal Halffter podrá descubrir el público que vea el documental?

Él fue un modernizador. Fue consciente de que después de la segunda guerra mundial se estaba construyendo un mundo nuevo que necesitaba nuevos lenguajes, y para el cual no se podían utilizar las herramientas del pasado. Se atrevió a hacer determinadas cosas que no necesitaba, dada su influyente situación social y económica. Se enfrentó a la sociedad de la época haciendo obras como las 'microformas', que generó bastante escándalo, pese a que él no lo necesitaba y podía haber mantenido un perfil más bajo. Se enfrentó desde dentro al franquismo, escribiendo la obra que se representó en el veinte aniversario de la Declaración de los Derechos del Hombre en la ONU. Escribió obras sobre tres poetas españoles: Machado, Lorca y Miguel Hernández… Hizo cosas que no necesitaba hacer, pero que él sabía, dado que tenía un pensamiento ético muy específico, que debía hacerlas. Por otro lado, también se puede apreciar en la película cómo la evolución de la música contemporánea en España sigue su camino, y Cristóbal sigue aportando cosas, pero con el tiempo ya no es tan relevante como podía serlo en el año 2000 cuando estrena 'El Quijote', porque los lenguajes van cambiando y evolucionando. Esa yo creo que es la parte más crepuscular del documental, cuando se entiende que incluso después del más revolucionario, el que aporta los cambios más radicales al lenguaje, de alguna manera el mundo continua girando.

Tienen algunas de sus últimas declaraciones. ¿Cómo veía él la vida en sus últimos momentos?

Con pesar. Lo bueno es que tenía mucha disciplina. Era un hombre que trabajaba muchísimo, por eso tenía la cabeza tan clara. Quería seguir creando y estrenando hasta el último momento. Era muy trabajador, pero el hecho de perder a Marita a finales de 2017 le dejó mucho pesar. Su pérdida fue decisiva para él; ella era su pareja de vida, además era pianista, era la persona con quien hablaba de música, y eso fue un gran lastre para él. Vivió sus dos últimos años con mucho dolor emocional, solo en el castillo y con sus hijos viviendo fuera, su hija en Suiza y sus hijos en Madrid…

¿Cómo fue el rodaje?

Comenzamos en agosto del pasado año, en pleno Covid. En esas fechas en Castilla y León se estaban cerrando perimetralmente determinadas áreas de salud, y El Bierzo vivía cierto riesgo, así que en el rodaje tuvimos un cuidado extremo. Rodábamos unos cuarenta minutos diarios, para no cansarle mentalmente. Fue un rodaje de muchas precauciones, muy complicado, pero él se involucró por completo.

¿Cómo se puede dar forma audiovisual a un mundo tan abstracto como la música?

Hemos utilizado algunos mecanismos lo más sutiles posible. Por ejemplo hemos animado las fotografías, que se mueven casi impercetiblemente, como si fueran fantasmas del pasado. Hemos utilizado la nieve, rodada desde un vehículo, que se mueve en horizontal simbolizando el paso del tiempo. Hemos utilizado elementos de montaña, caballos, poesía y pintura, porque Cristóbal se relacionaba mucho con las otras disciplinas artísticas. Se utiliza mucha poesía, recitada por los actores Fernando Cayo y Ginés García Millán, que leen poemas de San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Cervantes o Lorca, autores con los que Cristóbal había dialogado y creado música basándose en su obra. Hemos introducido algunos elementos porque una disciplina tan abstracta como la música, especialmente la música de creación contemporánea, necesitaba anclajes y elementos visuales que aportaran otras referencias. 

¿Por qué decidieron incluir esos poemas? ¿Ayudan a definir quién fue él?

Sí, efectivamente. No son poemas al zar, sino poemas que él utilizó y que te dan varias medidas. Primero te dan la medida religiosa de Cristóbal, porque hay elementos de misticismo en su obra. La relación con San Juan de la Cruz o con Santa Teresa no es casual. Él era una persona devota, de fe, y utilizar elementos de Miguel Hernández y de Lorca tiene que ver con su compromiso ético. Él tenía un sentido de lo que era moral y éticamente correcto. Los poemas no son artificiosos, simbolizan mucho en su pensamiento vital.

¿Qué estructura han definido para el documental?

Se han hecho otros trabajos sobre Cristóbal Halffter, esto no es nada original. Es un gran creador de 90 años y lógicamente se han hecho cosas sobre él. Yo estuve viendo otros trabajos que eran muy dignos, pero a mi juicio les faltaba algo fundamental. Halftter es un compositor de música y la música se tiene que escuchar. Para mí el documental tenía que ser prácticamente un concierto de la obra de Halffter. Yo quería que la música se escuchara bien, no que solo fuera un motivo en off en la banda sonora, sino que tuviera presencia. Por eso, se van intercalando recuerdos de Cristóbal o declaraciones de otras personas con actuaciones o fragmentos de interpretaciones de su obra. Hemos intentado que haya muchísima música porque yo quiero que el espectador, cuando salga del cine, no solo entienda quién era Cristóbal Halffter, cuál era su contexto histórico y las aportaciones que hizo, sino que conozca su música, la escuche, piense qué obras le han gustado más y entienda las referencias que hacen los críticos sobre ella, sus diálogos con la música renacentista y las citas. Esa es la parte pedagógica que tenemos, que me parece una obligación. Hay mucha música en el documental, quizá 35 minutos pueden ser obras interpretadas por grandes intérpretes. 

¿Uno de los objetivos de la película era acercar su legado a un tipo de público menos especializado?

Efectivamente, se trata también de conectar con un público nuevo, por eso he querido incluir mucha música. En el primer documental que hice, 'Temperado' (2016), también sobre música contemporánea, mostrando su diversidad de estilos, me alegraba mucho cuando un espectador me preguntaba dónde podía encontrar una obra que reproducíamos. Esa parte pedagógica o informativa es clave. Muchas veces las disciplinas contemporáneas están distanciadas del gran público, porque están avanzadas respecto a él. Aún hoy hay mucha gente que escucha música no ya del siglo XX, sino del XIX, porque su oído no está preparado para los cambios. Hay que seguir trasladándoles estas músicas para que escuchen música del tiempo en el que viven. Si conseguimos eso ya me doy por satisfecho.

¿Qué es lo que más le impresionó de Halffter?

Era un hombre de tremenda disciplina, de una visión ética muy clara, muy trabajador, humanista, con interés en otras disciplinas. Con él podías hablar de física cuántica, de Historia de España, pintura, literatura… Estaba en continua reinvención y evolución. Era un hombre serio por formación, pero cálido en el trato. Me pareció que todos debemos aspirar a intentar formar ese corpus moral y intelectual que tenía él. Yo grabo documentales porque soy un poco egoísta y me interesa aprender de los grandes maestros. He tenido la suerte de poder hacerlo con Cristóbal y me siento muy afortunado. 

¿Qué supone estrenar en Seminci?

(Sonríe) Un orgullo. Seminci es un gran festival y a nadie le amarga un dulce. Además Seminci es Castilla y León, y el festival ha entendido con mucha sensibilidad e inteligencia que un documental como este debía estar en Valladolid y no en Málaga. Eso es importante. Creo que seleccionar la película es una forma también de hacerle un homenaje desde la Comunidad, y eso es bueno, porque no solo se realza la producción hecha en Castilla y León, sino porque la película es sobre una personalidad que merece ese trato y ese homenaje. Este año hago doblete en el festival porque además estreno 'Frugal', un corto de ficción, y no podía estar más contento. Para mí es un orgullo. Lo que quiere cualquier cineasta es estar en los grandes festivales con trabajos relevantes y Seminci me da la oportunidad.