Las familias que piden comida a Cruz Roja se duplican

Óscar Fraile
-

La oenegé ha pasado de atender una media de 40 familias al día a las 80 actuales, cien en los días de más actividad. Muchas de estas personas proceden de la hostelería y el comercio

Las familias que piden comida a Cruz Roja se duplican

Dice Inés Gómez, trabajadora social de Cruz Roja, que las mascarillas se han convertido en las grandes aliadas para las personas que acuden a diario a la calle Pólvora a recoger comida. Porque es habitual que se avergüencen de tener que pedir ayuda, sobre todo las que lo hacen por primera vez y estaban acostumbradas a tener una situación económica desahogada. Por eso a la mascarilla se unen las gorras, los pañuelos y las gafas de sol, incluso en los días más nublados.

El reparto de alimentos mensual a las familias es el pilar básico del Programa de Atención a Personas en Extrema Vulnerabilidad de Cruz Roja. Un servicio cuya demanda se ha disparado durante la pandemia, al pasar de atender una media de 40 familias al día a las cerca de 80 actuales, cien en los días de mayor actividad. Al mes se ayuda a unas 1.100 familias que tienen dificultades para llenar la nevera. Además, la entidad tuvo que crear un protocolo de urgencia para las situaciones sobrevenidas por la crisis de la covid, al que han tenido que agarrarse muchas personas dependientes del sector de la hostelería y del comercio. «Son los que se han visto entrando y saliendo del mercado laboral, sin unos ingresos regulares, o que llevan en un ERTE desde enero y todavía no han cobrado la prestación», explica Gómez.

Generalmente a cada usuario se le entrega un conjunto de productos básicos, como leche, aceite, pasta, conservas de pescado o legumbres, tomate y productos para los niños. Eso es lo fundamental, aunque a veces también se incluyen otros alimentos, como cacao soluble, productos de desayuno... incluso pañales.

Como quiera que todos los alimentos son no perecederos, Cruz Roja intenta paliar este déficit con una pequeña ayuda económica, cuando dispone de un mayor flujo de financiación, para que los usuarios puedan ir al supermercado y comprar producto fresco, fundamentalmente fruta y verdura.

El programa de reparto de alimentos tiene dos vías de obtención de recursos. Una es el Fondo de Ayuda Europea a las Personas más Desfavorecidas (FEAD), de gestión estatal, y otra es el Banco de Alimentos, una entidad que se encarga de la recogida para después distribuir a las que se dedican a repartir al usuario final A eso hay que añadir la colaboración de empresas privadas, como Mercadona, Alimerka y Froiz.

No solo Cruz Roja, todas las entidades sociales que se dedican a procurar una ayuda básica a las familias se han visto desbordadas en los últimos meses. La Consejería de Familia constató en un reciente informe que la demanda de comida se disparó el año pasado en Castilla y León hasta las 21.500 familias y que la cifra de usuarios se multiplicó por 130 durante la pandemia. Precisamente Cruz Roja es una de las entidades que integran esta red de protección, junto al Banco de Alimentos y otras.

Precisamente el Banco de Alimentos también ha sido una pieza fundamental durante esta crisis, aunque haya tenido que adaptar su actividad normal de recogida presencial de alimentos, por las restricciones sanitarias, y cambiarla por las donaciones económicas, que han permitido que la entidad haya podido seguir trabajando.

Lo mismo ha sucedido con Cáritas Valladolid, que ha visto cómo ha aumentado la gente que acude a pedir productos de primera necesidad, casi siempre de una forma discreta.

Todas estas entidades sociales se han revelado fundamentales en la lucha contra el agujero económico que ha generado la pandemia en muchas familias. Un agujero que tardará en cerrar, si es que lo hace, en algunos casos.