Editorial

Claroscuros en 40 años del PSOE

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La celebración del 40 aniversario de la victoria del PSOE en las elecciones generales permite analizar con perspectiva las aportaciones al desarrollo del país de un partido imprescindible para la democracia española que ha prestado un servicio incuestionable a los ciudadanos. En el balance se pueden señalar éxitos significativos - modernización de la economía, europeísmo, extensión del Estado de Bienestar- y fracasos reveladores como los relacionados con la corrupción, la guerra sucia contra el terrorismo o gestión de las crisis económicas, etc. que muestra un dibujo de la arquitectura socialista con claroscuros. Como en toda obra humana.

Aunque realizar comparaciones entre la gestión de 1982 y la actual puede resultar falaz por sus diferentes contextos, es la dirección del partido la que ha diseñado la conmemoración en el marco de su estrategia electoral para los próximos meses, reafirmando una idea de continuidad. Por tanto, es legítimo someter la acción de gobierno a ese escrutinio.

Así puede percibirse en ambas administraciones un europeísmo militante, del que en clave doméstica se han obtenido importantes dividendos en forma de inversiones y financiación. También se constata una ambición compartida por modernizar las estructuras productivas del país, si bien cabe expresar dudas más que razonables sobre la capacidad del actual Gobierno para llevarlo adelante. Fiascos como el bajo nivel de adjudicación del PERTE de automoción o las críticas al agroalimentario son un ejemplo de objetivos certeros que se intentan alcanzar con programas desenfocados, cuando no con prejuicios ideológicos, precisamente los que Felipe González desechó y le costaron una huelga general.

También puede encontrarse identidad en el interés por la política social, si bien en los años 80 la cimentación del Estado de Bienestar se desarrolló de una manera estructural -extensión de la Sanidad y la Educación universal - mientras que la actualidad se aborda con una perspectiva más asistencial.

Sin embargo, hay otro conjunto de políticas en las que el PSOE actual no puede mirarse en el espejo de aquel de hace cuarenta años. El enfoque ideológico y revanchista de la actual Ley de la Memoria Histórica es contrario al esfuerzo de concordia en el que trabajó González, uno de los protagonistas de esa Transición democrática tan denostada por las izquierdas. Del mismo modo, las complicidades hacia la supuesta plurinacionalidad son opuestas al proyecto nacional que los socialistas implementaron en los años 80, cuyo fundamento es la igualdad de todos los españoles con independencia de su lugar de origen.

Es posible que Sánchez pueda disentir de la línea tradicional de los socialistas en estos aspectos porque el PSOE no es tampoco aquel partido que pasó de la clandestinidad al Gobierno. En su estructura, el presidencialismo ha sustituido a la integración de sensibilidades y el eslogan, en muchos casos, al debate compartido.