La cuarta parte de los menores delincuentes tiene 14 años

A. G. Mozo
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55 de los 193 condenados el último año tenían solo 14 años. La cifra de chicos infractores en Valladolid desciende a niveles de hace un lustro, mientras la de chicas vuelve a subir en un año en el que los casos aumentaron un 35%

Instalaciones del Centro de menores Zambrana de Valladolid.

Hace unas semanas, durante la madrugada del primer día de las fiestas de Valladolid, una patrulla de la Policía Nacional detenía a un ladrón de 16 años que acababa de liarse a golpes con otro menor para robarle en pleno centro. No era su primera vez. Ni en la vida, ni en ese verano de desenfreno que estaba viviendo en Valladolid desde que se fugase, a últimos de julio, de un centro de Salamanca. Cuando cayó y se comprobó quién era, fueron esclarecidos de golpe hasta siete asaltos que habría cometido en la ciudad desde el 25 de julio.

Este es uno de esos delincuentes juveniles que acumulan más de un delito en su mochila. Forma parte de ese 29% de menores de la ciudad que se mueven fuera de la ley, que reincide a lo largo de sus  cuatro años en esta jurisdicción, de los 14 a los 17; antes, hagan lo que hagan, son inimputables y, después, pasan a la vida real, donde ya no existen amonestaciones ni las condenas a tareas socio-educativas, que se han convertido en la principal medida en las sentencias vallisoletanas, junto a la libertad vigilada. En 2018, el Juzgado de Menores firmó 193 condenas, tres cuartas partes de ellas por conformidad (cuando los acusados se declaran culpables a cambio de que la pena se reduzca o se suavice), en una proporción muchísimo más elevada que entre los adultos; eso sí, solo seis lograron una absolución. 

DROGAS

La tendencia a que se impongan menos internamientos  (bajaron a la mitad el último año) y hasta menos penas de libertad vigilada, algo que contrasta con el aumento del 65% en el caso de esas tareas socio-educativas, superando ya hasta a las penas de prestación en beneficio de la comunidad. La Fiscalía lo enmarca dentro de una creciente problemática que tiene más que ver con un problema de tipo social que de seguridad, y en su última Memoria pone el acento en el consumo de drogas, algo que, según destaca, «rodea a muchos de los menores infractores» y que, al mismo tiempo, «dificulta mucho tanto el cumplimiento de medidas como la integración social y el desarrollo normalizado», por lo que desde la Fiscalía se alerta de que «las labores de prevención y de tratamiento se muestran muchas veces insuficientes».

Medidas menos coercitivas que se producen también por la rebaja de la edad de estos menores que cruzan la línea. Según las últimas estadísticas hechas públicas, la edad mayoritaria entre los menores delincuentes baja a 14 años, algo inaudito en la provincia, donde siempre eran los de 17 los que más condenas protagonizaban. En 2018, casi un tercio de los menores sentenciados tenían 14, fueron 55 de 193, por los 53 de 16 años, los 46 de 17 y los 39 de 15; cifras que, sí, se sitúan todas en una horquilla que puede parecer similar, pero que va marcando diferencias.

Lo mismo ocurre con las chicas que siguen siendo minoría entre esos 193 condenados del último año en Valladolid, ya que son algo menos de un 30% (57), pero se da la circunstancia de que mientras los chicos infractores bajan en un 11% (de 154 a 136, a niveles de hace un lustro), las chicas suben en un 5,5 por ciento para engrosar esas 193 sentencias, que, pese a todo, es la cifra más baja del último lustro, de un 7,2% menos que el año anterior, en unos datos casi idénticos a los que había en 2013, por ejemplo, pero lejos del pico de 2015, cuando se llegó a 220 condenas , un año en el que los infractores de 14 eran la minoría y los de 17, la mayoría...

EL DOBLE EN CUATRO AÑOS

Son menos condenas, pese a que los casos que llegan al ámbito judicial van a más cada año en Valladolid. Así, las 406 infracciones (los delitos y los delitos leves, las viejas faltas) que registró la Fiscalía Provincial en 2018 son un 35 por ciento más que las 299 anotadas un año antes y algo más del doble de las que se dieron en 2015. Según la estadística fiscal hecha pública hace unos días, aumentan casi a partes iguales los casos graves y los leves, que pasan, respectivamente, de 129 (delitos) a los 181 y de 170 (delitos leves) a los 225 de este año, repartidos en dos únicos conceptos: 133 por faltas contra el patrimonio y 91 contra las personas.

Y son los robos, atracos y hurtos lo que más se incrementa, tanto en su modalidad de delito leve (cuando son cantidades pequeñas) como en la de delito, ya que ahí destaca por encima de todo el incremento que se ha registrado el último año en los robos violentos, como los de aquel joven de 16 años que estuvo actuando durante el verano en el centro de la ciudad; se ha pasado de los once casos de 2017 a los 27 de 2018, que llevado al campo de la estadística es un 145% más, casi el triple. También suben robos con fuerza (de siete a nueve) y hurtos (de tres a ocho casos).

Bajan, en cambio, los delitos de lesiones que son un tercio menos (de doce a ocho), los de tráfico de drogas (de seis a dos) y tanto los de agresión como de abuso sexual (de dos a uno, en ambos casos). La estadística de 2018 incluye, claro está, el asesinato de Eli, a manos de un joven de 15 años, ocurrido en agosto del pasado año junto a Vallsur, menor que fue condenado en abril de este año a una pena de seis años de internamiento. Pero no es lo habitual, el anterior crimen con un menor de por medio fue en febrero de 2008, cuando dos chicos de 17 y 16 años mataron a un joven francés de 18 junto a Mambo.