Donde 'tiran' la sal en Tordesillas

M.B
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Jeremías de Lozar y Mª Ángeles Adalia nos abren las puertas de El Torreón, uno de los restaurantes con más solera de la Villa del Tratado y de Valladolid

María Ángeles, en la parrilla del restaurante El Torreón en Tordesillas. - Foto: Jonathan Tajes

Abrió sus puertas el 1 de junio de 1981 y camino de los 41 años se ha convertido en uno de los clásicos de la hostelería de Tordesillas. No en vano, El Torreón puede ser el restaurante más antiguo de la Villa del Tratado. Elevado a los altares de la restauración por su foie y por sus carnes rojas, mucho le conocen también por ser el establecimiento 'donde tiran la sal': «Con la covid se tuvo que dejar de hacer».

Pero El Torreón, situado en la avenida Burgos-Portugal, 11, de Tordesillas, comenzó como algo más que un restaurante. Que también lo era. Jeremías de Lozar y María Ángeles Adalia, que siguen al frente del mismo, decidieron unir su amor en torno a este negocio. Él, de segunda generación de tordesillanos; ella de Torrelobatón. Ninguno de los dos con familiares en el sector. «Vieron que podía aportar. Ninguno era hostelero. Vieron que cogiendo un bar podían hacerlo», recuerdan sus hijos, hoy al frente de Alquira, muy cerca de El Torreón.

Jeremías y María Ángeles se decidieron por un local donde por entonces había un taller. Apostaron por un hostal y por un comedor, con una réplica del artesonado del Monasterio de Santa Clara de la misma localidad. Y el bar y el comedor les hizo ir creciendo. Dicen que empezaron a ser más finos con las elaboraciones y ahí apareció uno de los platos que les ha marcado, el foie: «Quizá por Mariano García, de Mauro; o quizá por no hacer lo mismo que se hacía por entonces aquí, los huevos fritos».

El caso es que no son pocos los comensales que vienen de toda España, bien porque hacen parada o bien expresamente, para ver cómo se prepara el foie: «A nosotros nos mandan el hígado de pato fresco, se trocea y se da un toque en la sartén, para que se dore, pero solo un poco; que quede con textura sedosa y por fuera un poco dorado. Y luego se hace una reducción de Oporto y pasas. Es el plato más emblemático de El Torreón». 

María Ángeles es la que se encarga del foie y de la cocina, con la ayuda de una o dos personas. Porque este restaurante sabe qué producto tiene y ofrece. En los años 90 crecieron (y no solo familiarmente, con tres hijos), abriendo un segundo comedor. Y ya apostaron por las carnes rojas. Siempre con el mismo proveedor desde hace 30 años: «Eran de Bercero; luego se fueron al País Vasco; y ahora tienen el Matadero del Sur de Andalucía. Una familia trabajadora que vende mucho en el País Vasco y Francia. Nosotros adquirimos allí la carne de vaca retinta. Nos la eligen y nos la dejan sin limpiar. Aquí se madura, en El Torreón (y se consume en los dos sitios, en El Torreón y en Alquimia)». Y ese es uno de sus secretos: «Las carnes. Nuestra propuesta gastronómica es sencilla, se basa en el foie, un buen jamón, el lechazo (paletilla, chuletillas, pierna…), pero a la parrilla (no es asado, aunque lo hacemos por encargo) y las carnes rojas, que se maduran aquí».

Así comienzan por el solomillo, que necesita menos tiempo; y luego despiezan el entrecot, chuletas y chuletones, siempre a la parrilla. «Tenemos dos cocinas, aunque casi siempre usamos la misma, la más antigua», señalan.

«Es un Oasis en Castilla». Uno de los puntos que caracterizan a El Torreón es su amabilidad. Al primero que se ve al entrar es a Jeremías, que te recibe y te saluda; te da de comer y te despide, siempre con María Ángeles y un equipo de gente detrás: «Eso es algo que reconocen los comensales".

Con dos comedores para unos 60 comensales, siempre han sido un punto estratégico e incluso de paso, por lo que el servicio se ha caracterizado por la rapidez. Por eso abre de lunes a domingo (ahora cierran los domingos por la tarde).

¿Y lo de la sal? «Se puede decir que son de esas cosas que pedían los amigos y que daba suerte», responden. Jeremías se encarga de ello, eleva el brazo y haciendo el ademán de arrojar la sal la dejaba caer con delicadeza, «un poco a la carne y otro al cliente». Ahora con la pandemia de la covid lo han restringido, pero seguro que volverá. 

En El Torreón crecieron y empezaron sus tres hijos, Cristóbal, Adolfo y Leo, hoy con un concepto un poco más moderno en Alquira. Y de aquí han replicado platos otros como Cata, en la Taberna de Elia, en Madrid, como el queso frito con pimiento confitado dulce.

«La carta mantiene una línea tradicional. Lo bueno nunca cambia», avisan.