Hay temas de los que se vienen hablando desde hace años sin que sepas en qué momento se convertirán en claves para tu vida y para la sociedad que te rodea. El vehículo eléctrico es uno de esos asuntos que ya lleva tiempo rondando las conversaciones y sumando páginas en los periódicos y minutos en los informativos y programas de radio y televisión. Parece que el futuro de la automoción inexorablemente pasará por la electrificación de los turismos, algo que ya se vislumbra si se analiza detenidamente la estadística de venta durante los últimos años. Aún son pocos, si se compara con el parque total de vehículos de Valladolid, pero en los primeros seis meses de 2022 ya se han vendido más coches 'limpios' que de combustión tradicional (gasolina o diésel), un dato que refleja la velocidad de crucero que está cogiendo este segmento automovilístico.
Los factores para que la tendencia se haya invertido y los vehículos eléctricos e híbridos, sumados a los de gas, hayan dado el sorpaso a los tradicionales son varios, desde los medioambientales (reducción de emisiones de carbono) a los económicos, ya que el elevado precio de los carburantes está animando a muchos ciudadanos a mirar hacia este nuevo segmento. Por supuesto, la normativa que impedirá progresivamente la entrada de estos coches al centro de las ciudades a partir sel segundo semestre del próximo año también ha contribuido a reflexionar sobre la conveniencia de este tipo de turismos a la hora de comprar uno en estos momentos.
No obstante, también hay otros factores que están impidiendo una mayor velocidad en la implantación de esta nueva tecnología, que por cierto debe mejorar aún mucho el comportamiento de las baterías. El precio sigue siendo el mayor obstáculo para un acceso generalizado a estos coches, pero también su autonomía y la falta de infraestructuras de carga son piedras en el camino de una tecnología que ya es presente pero tiene que dominar mucho más el futuro. Precisamente, como contamos este fin de semana en las páginas de El Día de Valladolid, el centenar y medio de postes de recarga, entre públicos y privados, que existen en la provincia es muy escaso aún y en muchos casos ineficientes porque no tienen la suficiente potencia para una carga rápida.
Con estos mimbres es difícil tejer un ecosistema en el que puedan coexistir una mayoría de vehículos eléctricos o híbridos con un transporte público reforzado y otros medios 'limpios' como las bicicletas o el patinete. Las administraciones públicas deben involucrarse aún más y apostar definitivamente por desarrollar en el ámbito urbano e interurbano una infraestructura que permita avanzar con mayor rapidez. Las multinacionales de la automoción ya están desarrollando nuevas tecnologías y una gama de vehículos con etiqueta eco cada vez más sofisticados, tecnológicos y atractivos para el gran público. Aquí mismo en Valladolid se trabaja en innovación y desarrollo de motores menos contaminantes e incluso se produce una versión híbrida del Captur -de Palencia salen algunos modelos más como el Megane o el Austral-. 
Todo esto no es suficiente. El camino hacia el futuro está marcado y cada vez está más cerca. El Ayuntamiento está haciendo su parte, aunque siempre se puede hacer más; sin embargo, la Junta de Castilla y León y el Gobierno de España reclaman tiempo. Y eso es precisamente lo que no tenemos. Es necesario una inversión decidida para sembrar de puntos de recarga el territorio español, es imprescindible continuar con las líneas de ayudas para la compra del vehículo eléctrico y además es obligado captar inversiones para investigación, desarrollo y producción de las nuevas tecnologías en el sector de la automoción. Todo junto puede garantizarnos un futuro mejor para nosotros, para la sociedad y para el medio ambiente.