Un frío día de diciembre en Simancas

Jesús Anta
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El primer destino profesional de María Moliner, con 22 años, fue en el Archivo General

Un frío día de diciembre en Simancas

María Juana Moliner Ruiz es un destacadísimo personaje de la lexicografía española. Su 'Diccionario de uso del español', publicado en 1962, se considera una obra excepcional que supuso una revolución en el mundo de la lengua, y estuvo propuesta para ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua. Nació en Paniza, Zaragoza, en 1900 y falleció en Madrid en 1981. Su primer destino profesional, con veintidós años, fue en el Archivo General de Simancas.

En julio de 1922 aprobó las oposiciones de ingreso en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Era la sexta mujer, y la más joven, que lo consiguió desde la creación del Cuerpo en 1868. Ella tenía la esperanza de que la destinaran a Zaragoza, donde tenía sus raíces, pero fue destinada al Archivo General de Simancas. Un frío día 1 de diciembre, María Moliner tomó posesión de la plaza. Llevó a su madre con ella, y de vez en cuando recibían la visita de su hermana Matilde, que se quedaba unos días en Simancas.

Del cómo vivió María sus días de estancia en la localidad, lo relata ella misma en algunas cartas, como la que escribió a un buen amigo el 16 de febrero de 1923. La historiadora Inmaculada de la Fuente nos lo cuenta en su libro 'El exilio interior. La vida de María Moliner'.  En las cartas, Moliner relata cómo los primeros días sintieron mucho frío y que su madre se resintió de sus achaques. Cuenta que los alimentos eran de peor calidad y algunos más caros que en Madrid. Se queja de que la casa era incómoda y casi sin muebles, además de no terminar a aclimatarse a esas incomodidades características de las casas de los pueblos para quien está acostumbrado a vivir en una capital. No obstante, fueron superando esas contrariedades y, además, mudaron de casa a una mucho mejor, amén de que su madre iba superando sus achaques. De la nueva casa dice, exactamente: «Esta es ya una señora casa, y dentro de ella se olvida uno de que vive en un pueblo». Una casa que hasta tenía cuarto de baño, aunque el agua tenía que seguir acarreándola a cántaros.

Un frío día de diciembre en SimancasUn frío día de diciembre en SimancasDescribe aquellos primeros meses invernales como fríos y con nieblas que les amargaban la vida. No obstante, hacían vida social, pues todos los días después de comer daban largos paseos con otros jóvenes archiveros, e incluso un día que estuvieron pasando el día en Valladolid, volvieron a Simancas, ya anochecido, a pie. Participaba de las actividades del pueblo, de tal forma que incluso se vistió con un traje típico en la fiesta de la patrona del pueblo.

Al parecer su trabajo era bastante rutinario y un tanto aburrido, pero en los ratos libres que le dejaba, comenzó a curiosear los legajos tan interesantes que guardaba el Archivo y que acaso le servirían para orientar su Doctorado.

Sea como fuera, María Moliner ansiaba ir a Madrid para preparar su doctorado. El ambiente simanquino y el trabajo en el Archivo, eran demasiado cerrados para una joven con inquietudes culturales que quería seguir estudiando. Pero es que, además, se había agravado la enfermedad coronaria de su madre y el médico le advirtió del grave peligro que corría si pasaba otro crudo invierno en Simancas. Así que solicitó, y le fue concedida, una plaza en el Archivo Provincial de la Delegación de Hacienda de Murcia: el 1 de diciembre de 1923 tomó posesión de la plaza, justo un año después de haber arribado a Simancas.

La fotografía que ilustra el artículo es de Charles Clifford (1819-1863) y es probablemente la imagen del Archivo de Simancas más antigua que se conserva. Las fotos del artículo son del Ministerio de Cultura y Deporte.