«Hay más abogados a los que les cuesta llegar a fin de mes»

Alfonso G. Mozo
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Entrevista a Javier Martín, nuevo decano del Colegio de Abogados de Valladolid

Javier Martín, nuevo decano del Colegio de Abogados de Valladolid. - Foto: Jonathan Tajes

La toga ya es casi como su segunda piel y los Juzgados, su otra casa. Javier Martín celebra en este extrañísimo 2020 un cuarto de siglo en una profesión que, como tantas, trata de sobrevivir a esta galopante crisis sanitaria y económica que, de un plumazo, ha impulsado un nuevo tipo de justicia que no terminaba de arrancar entre las reticencias al abandono del papel y la ausencia de medios. Una pandemia que deja ahora una justicia tan telemática y tan ‘online’ que hasta los juicios se empezaron ya a  celebrar desde el despacho y ante un ordenador. Y Javier Martín García es el elegido para pilotar la nave del Colegio de Abogados de Valladolid en estos tiempos de transformación, una «apasionante» aventura que le va a llevar a convertirse en el próximo decano tras 15 años trabajando en distintos órganos colegiales, los cuatro últimos como vicedecano de su amigo Javier Garicano, al que da el relevo este viernes, justo dos días después de haber celebrado su 52 cumpleaños.

No está mal el regalo que le espera, ¿por qué se decidió a dar este paso?

Por un ejercicio de responsabilidad, fundamentalmente. Por los años que llevo en el Colegio, porque sí había gente que me había insistido en que igual debía dar el paso en algún momento y porque tenía la idea de completar dos mandatos con Javier Garicano. Él ha tenido muy claro que no quería continuar, por una cuestión personal y por convicción, y me parecía que este equipo tenía un proyecto iniciado y que podíamos continuar el resto.

Además, con la situación actual, sería muchísimo más complicado si entrase alguien de fuera que no conoce como está la situación ni el Colegio. Tenemos ordenado todo muy bien para poder soportar el ‘teletrabajo’ y me pareció casi una obligación mía con el Colegio el dar este paso y asumir el decanato.

Su candidatura ha sido la única, lo que ha hecho innecesario celebrar elecciones, ¿eso es bueno o malo?

Está claro que tiene dos lecturas. La negativa puede ser que hay un cierto desinterés por parte de los colegiados o que la situación es muy complicada para dar el paso de presentarse. Y la positiva, que es la que me cuenta la gente y la que prefiero creerme, que ha habido un cierto consenso, desde que se supo que iba a dar yo el paso. Desde el momento en que Javier comunicó que no se iba a presentar y dijimos que me iba a presentar yo, la gente lo entendió como una candidatura de continuidad. Hemos trabajado mucho juntos, somos de la misma edad, compañeros de colegio desde 1º de EGB, de una forma parecida de pensar y entender el Colegio...

¿Qué ha aprendido de este tiempo junto a Javier Garicano?

Pues he aprendido muchísimo. Él tiene una virtud que, al mismo tiempo, puede considerarse como un defecto, que es la de hacer que todo sea fácil, pero siempre con una exigencia brutal. Él me ha exigido mucho durante estos cuatro años y hemos trabajado muchísimo, pero también me lo ha hecho facilísimo, ya que él pide opinión a todo el mundo, contrasta las cosas, razona todo, te intenta convencer en lugar de imponer su criterio... tiene una gran mano izquierdo, con lo que se ha ganado un ambiente bueno y una relación extraordinaria con el resto de instituciones que forman el mundo judicial.

¿Hay decano para cuatro años o para más?

No lo sé (ríe). Estas cosas hay que empezarlas poco a poco, pero no lo tengo tan claro como lo tenía en su momento Javier Garicano que desde el principio me dijo que solo iba a estar un mandato, pese a que la gente no se lo creía. No sé lo que voy a hacer dentro de cuatro años, porque a lo mejor pienso en cuatro y hago ocho, o, por lo que sea, me quedo en dos. El proyecto es para un mandato de cuatro años, pero ya veremos qué ocurre en 2024.

¿Cuál es el estado de salud actual del Colegio de Abogados de Valladolid?

Muy bueno. El funcionamiento del Colegio es fabuloso, con muchos compañeros implicados en un montón de comisiones para cada aspecto de la profesión y el estado económico también es bueno.

¿Qué retos se marca para estos cuatro años?

El primero de todos es aprobar los nuevos estatutos del Colegio que están prácticamente finalizados. Son unos estatutos que se adaptan a la nueva realidad social.

También queremos impulsar un plan de igualdad. El Colegio está bien y cada vez hay un aumento mayor de mujeres colegiadas, pero, aún así, queremos plasmarlo en un plan de igualdad para prevenir y evitar posibles discriminaciones que puedan producirse por razón de sexo. Y, de la mano de esto, pedir a la administración medidas adecuadas para mejorar la conciliación laboral y familiar, que es la gran complicación que existe hoy en día.

Junto a esto, también queremos impulsar un plan de responsabilidad social corporativo (RSC), porque el Colegio hace muchas cosas por la ciudadanía y hay que ordenarlas y contarlas.

Y ‘su’ turno de oficio, por el que lleva peleando tanto tiempo...

Llevo 15 años metido en labores institucionales con el turno de oficio y quiero volver a esa reivindicación para conseguir mejoras, que nos paguen mes a mes y cada vez más pronto (ahora nos van a abonar ya agosto), pero, en cambio, me siguen pareciendo ridículas las cantidades que se pagan y lo que no puede ser es que haya procedimientos en los que no se cobra nada. Por ello, se va a pelear por la llamada garantía de cobro del profesional, es decir, que se cobre por cualquier asunto.

¿Cómo sobrelleva el sector la crisis derivada de esta pandemia?

Es complicado, porque en esto hay una reacción en cadena: el que se queda sin trabajo o el que tiene que cerrar un negocio, pues al final es un nicho económico que deja de dar frutos y si no hay dinero nadie quiere iniciar un procedimiento en los juzgados... Y la situación está muy complicada. Sobre todo y es lo peor de todo, porque estuvimos parados tres meses, que eso, en pleno siglo XXI y con las tecnologías que hay, es algo inaceptable. Porque hablamos de algo que, en su mayor parte, se hace por escrito y por tanto, tenía que haber funcionado mucho más el ‘teletrabajo’, no solo en despachos de abogados, sino también en las secretarías de los juzgados.

Sí que ha habido un repunte en temas matrimoniales y en aspectos laborales, pero también la prórroga de los ERTE y las moratorios en el tema de arrendamientos urbanos, pues va a hacer que muchísimos procedimientos que podía haber en esas materias, pues van a quedar paralizados al menos hasta el mes de enero. Ha habido un bajón muy importante de la actividad y una crisis seria que el Colegio ha salido al paso a través de la Fundación Camilo de la Red, con líneas de ayudas a compañeros para salvar la situación económica de alguno.

¿Han cerrado despachos?

No tenemos ninguna baja por cese de actividad, por cierre de despacho, pero es cierto que la situación del sector es muy complicada y cada vez hay más abogados a los que les cuesta llegar a fin de mes, porque aquel mito de que los abogados poco menos que éramos ricos, pues eso, es solo un mito. Los abogados trabajamos igual que cualquier otro profesional.

La justicia en Valladolid reaccionó pronto, implantó juicios telemáticos y otras medidas, ¿qué tal está yendo esta nueva forma de trabajar?

Muy bien y aquellas medidas nos han salvado de un desastre mayor. El Colegio fue el pionero y el que impulsó, a través del juez decano y del presidente de la Audiencia de Valladolid, el que impulsó aquel protocolo de juicios telemáticos, porque nosotros éramos los que más necesitábamos continuar con el trabajo, porque éramos los que mejor conocíamos las necesidades de nuestros clientes, que tenían sus asuntos paralizados. Los juicios telemáticos funcionan bastante bien y yo creo que funcionan cada vez mejor, con una gran calidad de imagen y sonido, y con todas las garantías. Claro que hay juicios que no se pueden celebrar así, pero sí puede servir para alternar una y otra vía, y así conseguir que no se produzcan concentraciones de gente en los juzgados y no tener que paralizar nunca la actividad.

¿La decisión de hacer hábil agosto resultó ser un fracaso tan grande como se dice?

Ha sido un fracaso que, además, lo único que ha hecho es tensar las relaciones entre el Ministerio de Justicia y Abogacía. Un fracaso del que, además, estaban advertidos porque desde el principio se les dijo que un procedimiento judicial no solo avanza por los profesionales, porque en agosto te encuentras con peritos, testigos, agentes de la autoridad... de vacaciones y hay que suspender igualmente. Hacer hábil agosto era algo que no tenía ningún sentido, pero mucho menos aún de la forma en que se ha hecho. Es una pena que no escucharan. Es inaceptable porque todo el mundo tiene derecho a unas vacaciones y nosotros no hemos tenido porque no nos desconectaron de Lexnet. Si a mí me dan diez días para hacer algo, no me puedo saltar el plazo, pero si un juez tiene diez días para una sentencia y la dicta en 20 o 30, dice que ha sido por necesidades del servicio y no ocurre nada.

¿Qué necesidades tiene la Justicia en Valladolid? ¿Hacen falta más juzgados o más personal?

Yo, sinceramente, creo que no es un problema de nuevos juzgados, sino de medios, tanto materiales (equipos informáticos), como de personal (más plantilla). Lo que no puede ser es lo que ocurre en casos como el de Primera Instancia 4, donde han puesto uno, dos y hasta tres jueces de apoyo y refuerzo por el tema de las cláusulas suelo y no hagan lo propio entre la plantilla de funcionarios. Porque, sí, hay más jueces para hacer sentencias, pero los procedimientos hay que tramitarlos. Y se están retrasando mucho no porque el juez tarde en dictar sentencia, sino porque el trámite procesal no se puede hacer porque no hay los funcionarios que haría falta. Solo con más plantilla se podría normalizar la situación de la Justicia en Valladolid. 

¿En el Ministerio no lo saben o no lo quieren ver?

La Justicia es la gran olvidada de todos los gobiernos, de unos y de otros. La explicación es evidente: la Justicia no genera ningún beneficio económico y sí gasto. Y tampoco genera un rendimiento en cuanto a votos, porque la realidad es que tiene una trascendencia cero el que funcione mejor o peor. Todos los gobiernos se comprometen con la Justicia cuando arranca una nueva legislatura, pero pronto, a los cuatro o cinco primeros meses, descubres que tampoco van a hacer nada.

Y el Campus de la Justicia que nunca llega...

No hay que olvidarse nunca de lo importante que es. Ahora hubiera sido básico tenerlo para garantizar la seguridad, porque hablamos de sedes como la de la calle San José (juzgados de lo Contencioso), que está en una entreplanta; o la de la calle Nicolás Salmerón (juzgados de Primera Instancia), con pasillos de espera muy estrechos. Porque ahora que hay que mantener unas distancias y una seguridad, pues nos encontramos con que la mayoría de las sedes no reúnen los requisitos para poder estar dentro y, como consecuencia, tanto ciudadanos como abogados debemos esperar en la calle a que nos llamen para nuestro juicio; es indignante. Si hubiera un Campus de la Justicia, habría seguro un gran hall donde se podrían mantener las distancias.

¿Le gustó el cambio de ubicación de 2015, desde el barrio Girón a la plaza de San Pablo?

Yo soy de los que cree que tiene que haber un Campus de la Justicia. Si me dan a elegir, prefiero la ubicación de El Salvador, pero si debo elegir entre el Campus en Girón o nada, elijo Girón.