De Teresa a Eva, 13 víctimas en 20 años

A.G.M.
-

La violencia de género se ha cobrado la vida de trece vallisoletanas desde que en 2003 se pusiera en marcha VioGén. En 2006, el caso de Benita del Valle fue el primero que echó a la calle a la sociedad

Más de 300 personas se concentraron en mayo de 2006 en repulsa por el asesinato de Benita del Valle. - Foto: Ical

Teresa fue la primera. Tenía 71 años y llevaba 48 casada con el que acabaría siendo su asesino. Roberto era un maltratador de manual, uno de esos que había interiorizado la violencia hasta integrarla en el triste día a día de este matrimonio afincado en un pequeño piso de la barriada de Las Viudas. Un septuagenario cabizbajo –durante el juicio casi no levantó la vista del suelo– que tenía marcada a su esposa con más de cien lesiones –la autopsia desveló continuas agresiones– y que terminó por matarla de un fuerte golpe en el esternón, uno tan inhumano que derivó en una parada del corazón de la que iba  a ser la primera víctima oficial de violencia de género en Valladolid; la primera de trece. 

Así consta en los archivos del Ministerio del Interior, que justo cuatro meses antes había puesto en marcha VioGén, el sistema de seguimiento de los casos, y que, de algún modo, sería el germen de la ley integral con la violencia de género que entraría en vigor en diciembre de 2004. Antes, el 31 de julio de 2003, el mismo día en que Roberto mataba a Teresa, el BOE publicaba la ley que regulaba «las órdenes de protección para las víctimas de la violencia doméstica».

Porque hace veinte años lo de Roberto todavía era violencia doméstica. Como lo fue lo de José Andrés cuando degolló en plena autovía A-62, a su mujer, sin ni tan siquiera soltar el volante en su viaje de regreso a Salamanca; los celos por una llamada telefónica desembocaron en el asesinato.

Igual pasó con Benita del Valle en marzo de 2006, la que sería la primera víctima 'oficial' de violencia de género de Valladolid –ya estaba en vigor la ley integral– y también el primer caso que movilizó a la sociedad. Su marido la mató en su casa de Pajarillos, la descuartizó y arrojó los restos al río. Eugenio aguantó el tipo durante un par de meses hasta que el calor del agua fue sacando a la superficie brazos, piernas, torso y cabeza de Benita. Se derrumbó, se entregó y en el juicio confesó que no soportaba la idea de que le dejara por otro, que el día del crimen discutieron y la asfixió, y que la descuartizó para «proteger» a sus hijos.

El goteo de casos de violencia de género se acentuó durante los dos años siguientes. En octubre de 2007, en un piso de Pedrajas, Jesús atacaba con un palo a su mujer al descubrir que quería divorciarse y la remataba de una cuchillada. En febrero de 2008, era Francisco el que disparaba a su ex desde una ventana de un piso en Huerta del Rey. Y en septiembre de 2008, dos en dos semanas: en un piso de Parquesol David mataba de un golpe en la cabeza a su novia Eki María, a la que luego metería en una maleta para ocultar el cuerpo; y el rumano Ion acuchillaba a su ex en la fábrica de Pedrajas en la que ambos trabajaban.

En la siguiente década, solo se dieron tres casos más, el de un hombre de 59 años que mataba a cuchilladas a su pareja en un piso de Parquesol y luego se suicidaba (en abril de 2010); el de la joven medinense a la que su ex asesinó de un disparo a quemarropa en la cabeza en plena calle (en marzo de 2014); y el del marroquí Omar O. que (en diciembre de 2014) mató a cuchilladas a su ex y un amigo común tras descubrirles junto en la cama.

Desde entonces, no hubo ningún caso más en más de seis años para, en los últimos 18 meses, acumularse tres: en febrero de 2021, Priscila era asfixiada con una almohada en una pensión del centro y el que era su novio abandonaba allí el cuerpo y huía; en junio, era África la que moría acuchillada a manos de su marido y con sus hijas en la vivienda de la urbanización Santa Ana; y el último caso ha sido este 13 de agosto el de Eva María, que fue acuchillada también por su marido en un piso de La Rondilla.